Poesía chilena: Gladys González

La poeta chilena Gladys González estará leyendo su trabajo en México: Martes 27 de mayo a las 18:00 horas en la Librería Bonilla (Miguel Ángel de Quevedo 477). Gladys González (Santiago, 1981) ha publicado libros como Papelitos (2002), Gran Avenida (2005), Aire Quemado (2009), Hospicio (2011) o Calamina.

 

 

 

 

Poemas del libro​​ HOSPICIO​​ (2011)

 

 

 

 

 

Blindado

 

aprendí​​ 

a robar

a mentir

a esperar​​ 

el momento adecuado

a observar​​ 

los gestos de desencanto

para reconocerse y extraviarse

 

conseguir​​ 

algunas horas de calma

dejar que los extraños

me protejan

como si fuera una pieza de museo​​ 

como si fuera​​ 

parte del equipaje

 

sin dinero​​ 

sin grandes promesas

solo la imagen​​ 

de un escombro​​ 

apoyado en otro.

 

 

 

 

 

 

vidrio molido

 

el aire de esta casa

se vuelve repulsivo

 

soy un trozo de carbón

ovillado y ardiendo

 

solo logro​​ 

perder el equilibrio

y caer hecha cenizas

tiznando esta cama

esperando más dolor

envuelta en analgésicos

y botellas​​ 

de agua mineral

 

solo puedo​​ 

levantar la cabeza

para ver esta escalera

angosta y pequeña

en la que todas las tardes

la luz se extingue

oscureciéndolo​​ 

aún más

todo

 

quisiera desaparecer

en lo negro

adherirme a la pared

perder los sentidos

sentir la noche

en sábanas limpias

 

meter la mano

dentro de mi cabeza

y cubrir

con los ruidos de la calle

los túneles de esta memoria

 

quiero que el tiempo pase

que la sangre de mi brazo

ya no sea​​ 

un hervidero mutilado

 

quiero abandonar​​ 

este colchón​​ 

en el suelo

esta habitación

esta miseria

 

cuando cruce​​ 

la puerta de escape

nadie​​ 

volverá a comprarme

por un baño caliente

papelinas

y alcohol

 

nadie​​ 

volverá a levantarme la voz

ni tocarme

como si fuera un cadáver

 

nadie​​ 

puede enseñarme​​ 

lo que es caminar

sobre vidrio molido

lijando

las aceras

con la palabra

sobrevivencia

lentamente

desapareciendo.

 

 

 

 

 

 

 

 

trazado

 

el dolor en el pecho

solo aparece

algunas noches

cuando regreso

a esa guerra perdida

hace años

 

ya no hay cansancio

ni grandes equivocaciones

ni carreras sin final

contra la pared

 

por ahora

la sangre sigue su curso

hacia atrás

 

aquí

el cemento

aún

está limpio.

 

 

 

 

 

 

 

despedida

 

me recuesto en la cama

mirando el techo​​ 

 

estas murallas​​ 

llenas de papeles adhesivos

escritos

tachados

 

abro​​ 

y cierro los ojos

encegueciéndome​​ 

con la luz de la ampolleta

 

salgo y entro al pasado

sin deseos de hacerlo

como un efecto

de esta despedida

que no tengo deseos

de perseguir

 

estiro un brazo​​ 

y observo mi mano

su aspecto

no es el que recordaba

 

una mano huesuda

venosa

los dedos engarfados​​ 

las uñas amarillas

tres nudillos rotos

el temblor intermitente

del alcohol

y la abstinencia

 

no tengo deseos​​ 

de jugar en la oscuridad

solo quiero estar aquí

observando​​ 

mi mano

 

las citas y fechas perdidas

que alguna vez​​ 

me comprometí a cumplir

y que dejé abandonadas

 

quiero dormir

hasta el día siguiente

sin despertar con resaca

con los ojos pegados​​ 

por la pintura negra

y los labios quemados

 

ya no quiero​​ 

estar en batalla

conmigo misma

tan sólo quiero

no levantarme de la cama

descansar​​ 

de estos últimos años.

 

 

 

 

 

 

 

 

Última noche

 

Me hablas a mí

De hombres oscuros

Que llegan​​ 

a la barra de los bares

Pretendiendo beber

A costa de quienes

Guiñan el ojo

En la presa equivocada

Y terminan arrastrándose

Hacia la puerta

Tarareando cuchilladas

Entre los dientes

 

me hablas a mí

de hambre

cuando solo el olor

del aceite​​ 

de los mercados

saciaba el apetito

y daban ganas de llorar

por el asco

 

me hablas a mí

del miedo​​ 

de la paranoia

del terror

a entrar​​ 

en una cabina telefónica

para esperar un automóvil

con las marcas de la muerte

 

no me hables

de lo que se siente

cuando te rompen el corazón

después de bajar la guardia

y el sudor

te arrastra bajo tierra

a un pozo encementado

 

no me hables​​ 

como si fuéramos niños

dejando migas de pan

en las calles

para encontrar el camino

a la cordura

 

sólo encontramos​​ 

hoteles sucios

y malos negocios

al guardarlas en los bolsillos

 

déjalas ahí

para que sean alimento

de las cucarachas

que se esconden​​ 

entre las fisuras​​ 

del concreto

 

no me hables

mientras bebo

no me interesa​​ 

escuchar a alguien

decir lo mismo que yo

 

-mirémonos

en el espejo de los licores

una conversación silenciosa-

 

observa a los demás

todos sienten lo mismo

un perro rabioso

les arrancó el amor

de las manos

 

ninguno

tuvo el valor

para mirar de frente​​ 

a la eternidad

 

ahora​​ 

se quejan​​ 

como tú lo haces

de que nada tiene sentido

de la desilusión

del desencanto

de las formas en las cuales

se suicidarán

para vengarse

 

no me hables

de segundas oportunidades

porque son​​ 

las que siempre

duelen más

 

si quieres​​ 

improvisamos una canción

para que todos puedan llorar​​ 

mientras reímos

sarcásticamente

 

si quieres

golpeamos las mesas

de esta cantina

o subimos al centro​​ 

a buscar balas perdidas

en las esquinas​​ 

 

porque da lo mismo

ya no queda nadie

a quien le importemos

 

no me hables

de hijos

de llevarme lejos

y protegerme​​ 

de mí misma

 

no me hables​​ 

de la civilidad

de los trenes amarillos

de la seguridad social

del frío​​ 

que hace explotar

las tuberías

 

yo soy un mounstruo

y esta selva​​  

de boxeadores viejos

es mi jardín secreto​​ 

y mi familia

 

no me hables

de corazas

de rencores

de odios

 

yo​​ 

sólo tengo​​ 

mi reputación​​ 

que es la llave

para que las navajas

silben en el silencio

que dejo​​ 

tras de mí

 

no me hables

de amor

de seguirte

a otras ciudades

de conseguirme empleo

y matrimonio

 

yo solo​​ 

voy detrás​​ 

de quien me siguió primero

de quien me cuidó​​ 

y me dio un lugar​​ 

en su pobreza

de quien trinchó

con sus dedos ​​ 

los trozos de vidrio​​ 

de mi destilado

para que siguiera bebiendo

 

no me hables

por favor

que duele

tanta falsa rudeza

y los amigos van cayendo

uno a uno

enredados con la saliva

 

esto​​ 

es lo que dejaste

para cultivar

 

esto​​ 

que te asusta

demoró años​​ 

 

en volverse​​ 

tan severo

tan crudo

tan inclemente

 

no te acerques

muchacho

 

que las luces rojas

de este barrio de negros

comienzan​​ 

a caerte encima

ya no eres invisible

cuando caminas​​ 

junto a la grasa

 

estas arenas movedizas

solo son

para los que tienen​​ 

un cajón desvencijado

lleno de promesas ​​ 

de la peor clase

para no naufragar

 

para los que arden

en el reflejo de los cristales

de un hotel

durante una tormenta eléctrica​​ 

sin saber nada

el uno del otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

Poemas del libro​​ CALAMINA​​ (2014)

 

 

 

 

Nocturno de bahía

 

los cerros​​ 

parecen un parque de diversiones

torcido

interminable​​ 

lejano

 

en donde cada ventana

iluminada por el brillo de los televisores

se vuelve cálida​​ 

y curiosa

en medio de la calle

 

se dibujan​​ 

familias felices

sombras

haciendo lentamente el amor

cenas con vino

conversaciones de sobremesa

y niños jugando a las escondidas​​ 

entre la escalera

 

el humo de las chimeneas

crepita en el aire

como pequeñas luciérnagas

que navegan entre las cintas verticales del cinc

y los altavoces​​ 

de los buques solitarios​​ 

en la bahía.

 

 

 

 

 

 

 

Pequeños espacios

 

Los caminos de la bahía​​ 

llevan a pequeños espacios del dolor

que permanecen silenciosos

 

un hombre​​ 

está tirado en el suelo

como un animal destripado

los pantalones abajo

sus genitales congelándose en la lluvia

un perro sostiene su cabeza

como si de ese hombre alcoholizado

dependiera su mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Habitaciones

 

cuando las puertas de las habitaciones

se cierran

y todos comparten

ese pequeño mundo cálido

del amor

de la fidelidad

me encierro en mi cuarto

y pienso

si alguna vez​​ 

me tocará algo

de esa luz anaranjada

bajo la puerta

 

observo las rendijas

y medito

de qué sirve este oficio

de marcar el paso en los terminales

con el frío destazando los huesos

de refugiarse

en las citas de los poemas

que te hacen llorar

cuando te encuentras solo

 

de encontrar​​ 

pequeños bosquejos

de sonrisas eternas

que quedan grabadas​​ 

en la cabeza

durante años

entre la muchedumbre de un mercado

o las vitrinas de un café

 

suspiro hondo

y lo que escribo

parecen retazos de algo desconocido

que pretendo intuir

dibujando en el vaho de mi reflejo

que va atravesando

en medio de la noche

 

los túneles iluminados​​ 

de la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

Confidencias

 

tengo por escritorio

el esqueleto de una cama de madera

duermo en un colchón viejo

sobre las tablas del piso

y despierto en las mañanas

con deseos de que el invierno

pase pronto

para recostarme en la playa

bajo el sol

con los ojos cerrados

sintiendo el calor de la brisa

 

esta semana

solo hubo dinero

para comprar leche en polvo

avena y café

 

esta semana

hubo tiempo

para mirar por horas

el mar golpeando el cemento de la costanera

a los perros ladrar a los autos

que cruzan la calle del hospital

para regresar

a la habitación que arriendo

y lavar un poco de ropa

ordenar el pequeño escritorio

junto al sonido de la gotera

cayendo en el tarro de pintura.

 

 

 

 

 

 

 

Ripio

 

la casa y sus escombros

se apilan​​ 

en habitaciones

con olor a detergente barato

preservativos

cáscaras de naranja

adobe

y humedad,

en pequeños gestos​​ 

que intentan romper

con la crueldad del amor

solo como la metáfora

de unas tablas rotas bajo la cama.

 

 

 

 

 

 

 

Insomnio

 

la escena

está en la más completa indefensión

 

paredes blancas

de una casa hipotecada

libros en el suelo

cuentas por vencer sobre el sillón

el ruido de la lluvia

cayendo lánguidamente

durante días

en el pasillo

 

las luces apagadas

el vidrio roto de la ventana

el abrir y cerrar de puertas

por el viento

los gatos sobre el huerto de salvia

olor a incienso penetrante

 

la más completa indefensión

como si la borra del pasado

aturdiera los sentidos

encadenando voces

y rostros​​ 

como perros rabiosos

al solitario jardín del exilio.

 

 

 

 

 

 

 

Maletas

 

un viaje de regreso

se resume

en maletas alineadas

sobre la alfombra

cubiertos envueltos en bolsas plásticas

cajas con libros y fotografías

 

una temporada en la bahía

se queda inmóvil en el recuerdo

como una vieja tarjeta de navidad

que suena en un cajón vacío

esperando ser silenciada

cuando el tiempo

acabe esa fantasía.

 

 

 

 

 

 

 

Carretera

 

las torres de alta tensión

los cardos de la carretera

el polvo entrando por el techo

las flores salvajes

que crecen en los caminos

las nubes que abren​​ 

y escenifican

esta nueva ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

Memorias

 

un viaje inesperado

un océano que no conoces

ni añoras

excepto por tener un poco de viento frío

en el rostro

y un regreso incierto

 

una fiesta de cumpleaños

en el lado norte de la ciudad​​ 

a la que nadie llegó

y donde debiste sonreír

para no decepcionar a la familia

 

el árbol genealógico

que causó el estrago de las clínicas

las curas de sueño

y las paredes emblanquecidas con saliva

 

admitir lo que significan diez años perdidos

la traducción del dolor

la impotencia

la versión de la alegría en imágenes​​ 

y recuerdos borrosos

 

un nuevo camino​​ 

por el cual llegar​​ 

a lo que podrías llamar​​ casa

grandes ilusiones

camufladas en el paisaje

 

la palabra confianza

y el mal sabor que deja

cuando la masticas

mientras tus cosas

caen por la ventana

 

otros diez años

el cambio de turno de la ironía

una enredadera robusta

que crece ​​ 

según la ortopedia de una reja,

lo más silenciosamente posible.

 

 

 

 

 

 

 

Urgencias

 

la sirena de una ambulancia

un auto

un cuerpo mojado

envuelto en frazadas

un pasillo de urgencias médicas

una camilla​​ 

el estado de turbación

de la mente por días

las sondas que atizan

el desierto de un estómago

la flora intestinal

pudriendo las pastillas

los malos sueños

un departamento en desorden

la orina estancada en las cañerías

una marca de cigarrillo en la alfombra

el polvo de la lluvia

sobre la cama

esperando como un cachorro hambriento

olvidar el sabor amargo

de un invierno pobre, oscuro y frío

congelado como una postal

entre los recuerdos de la bahía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Orquídeas

 

envuelta en papel

dentro de un cajón​​ 

encontré​​ una​​ carta​​ antigua​​ 

que​​ no​​ había​​ leído

al​​ salir​​ del​​ hospital

 

hablaba​​ de​​ orquídeas​​ deshojadas​​ 

que​​ caían​​ sobre​​ el​​ piso​​ de​​ tu​​ casa​​ 

sobre la esperma de una​​ vela​​ 

detrás de los muebles y el polvo​​ 

que no te atrevías a recoger

 

orquídeas​​ desvanecidas

que​​ cubrían​​ los​​ recuerdos​​ de​​ mi​​ ausencia​​ 

luego​​ de​​ la​​ mudanza

 

la​​ escalera​​ sin​​ vida

la ropa interior bajo la almohada

tus viaje,​​ el​​ murmullo​​ del​​ bosque​​ 

el​​ frío​​ de​​ la​​ montaña

 

me​​ decías​​ que​​ me​​ amabas

que​​ era​​ tu​​ niña

que aún podía​​ volver

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

***

 

 

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