Poemas del libro HOSPICIO (2011)
Blindado
aprendí
a robar
a mentir
a esperar
el momento adecuado
a observar
los gestos de desencanto
para reconocerse y extraviarse
conseguir
algunas horas de calma
dejar que los extraños
me protejan
como si fuera una pieza de museo
como si fuera
parte del equipaje
sin dinero
sin grandes promesas
solo la imagen
de un escombro
apoyado en otro.
vidrio molido
el aire de esta casa
se vuelve repulsivo
soy un trozo de carbón
ovillado y ardiendo
solo logro
perder el equilibrio
y caer hecha cenizas
tiznando esta cama
esperando más dolor
envuelta en analgésicos
y botellas
de agua mineral
solo puedo
levantar la cabeza
para ver esta escalera
angosta y pequeña
en la que todas las tardes
la luz se extingue
oscureciéndolo
aún más
todo
quisiera desaparecer
en lo negro
adherirme a la pared
perder los sentidos
sentir la noche
en sábanas limpias
meter la mano
dentro de mi cabeza
y cubrir
con los ruidos de la calle
los túneles de esta memoria
quiero que el tiempo pase
que la sangre de mi brazo
ya no sea
un hervidero mutilado
quiero abandonar
este colchón
en el suelo
esta habitación
esta miseria
cuando cruce
la puerta de escape
nadie
volverá a comprarme
por un baño caliente
papelinas
y alcohol
nadie
volverá a levantarme la voz
ni tocarme
como si fuera un cadáver
nadie
puede enseñarme
lo que es caminar
sobre vidrio molido
lijando
las aceras
con la palabra
sobrevivencia
lentamente
desapareciendo.
trazado
el dolor en el pecho
solo aparece
algunas noches
cuando regreso
a esa guerra perdida
hace años
ya no hay cansancio
ni grandes equivocaciones
ni carreras sin final
contra la pared
por ahora
la sangre sigue su curso
hacia atrás
aquí
el cemento
aún
está limpio.
despedida
me recuesto en la cama
mirando el techo
estas murallas
llenas de papeles adhesivos
escritos
tachados
abro
y cierro los ojos
encegueciéndome
con la luz de la ampolleta
salgo y entro al pasado
sin deseos de hacerlo
como un efecto
de esta despedida
que no tengo deseos
de perseguir
estiro un brazo
y observo mi mano
su aspecto
no es el que recordaba
una mano huesuda
venosa
los dedos engarfados
las uñas amarillas
tres nudillos rotos
el temblor intermitente
del alcohol
y la abstinencia
no tengo deseos
de jugar en la oscuridad
solo quiero estar aquí
observando
mi mano
las citas y fechas perdidas
que alguna vez
me comprometí a cumplir
y que dejé abandonadas
quiero dormir
hasta el día siguiente
sin despertar con resaca
con los ojos pegados
por la pintura negra
y los labios quemados
ya no quiero
estar en batalla
conmigo misma
tan sólo quiero
no levantarme de la cama
descansar
de estos últimos años.
Última noche
Me hablas a mí
De hombres oscuros
Que llegan
a la barra de los bares
Pretendiendo beber
A costa de quienes
Guiñan el ojo
En la presa equivocada
Y terminan arrastrándose
Hacia la puerta
Tarareando cuchilladas
Entre los dientes
me hablas a mí
de hambre
cuando solo el olor
del aceite
de los mercados
saciaba el apetito
y daban ganas de llorar
por el asco
me hablas a mí
del miedo
de la paranoia
del terror
a entrar
en una cabina telefónica
para esperar un automóvil
con las marcas de la muerte
no me hables
de lo que se siente
cuando te rompen el corazón
después de bajar la guardia
y el sudor
te arrastra bajo tierra
a un pozo encementado
no me hables
como si fuéramos niños
dejando migas de pan
en las calles
para encontrar el camino
a la cordura
sólo encontramos
hoteles sucios
y malos negocios
al guardarlas en los bolsillos
déjalas ahí
para que sean alimento
de las cucarachas
que se esconden
entre las fisuras
del concreto
no me hables
mientras bebo
no me interesa
escuchar a alguien
decir lo mismo que yo
-mirémonos
en el espejo de los licores
una conversación silenciosa-
observa a los demás
todos sienten lo mismo
un perro rabioso
les arrancó el amor
de las manos
ninguno
tuvo el valor
para mirar de frente
a la eternidad
ahora
se quejan
como tú lo haces
de que nada tiene sentido
de la desilusión
del desencanto
de las formas en las cuales
se suicidarán
para vengarse
no me hables
de segundas oportunidades
porque son
las que siempre
duelen más
si quieres
improvisamos una canción
para que todos puedan llorar
mientras reímos
sarcásticamente
si quieres
golpeamos las mesas
de esta cantina
o subimos al centro
a buscar balas perdidas
en las esquinas
porque da lo mismo
ya no queda nadie
a quien le importemos
no me hables
de hijos
de llevarme lejos
y protegerme
de mí misma
no me hables
de la civilidad
de los trenes amarillos
de la seguridad social
del frío
que hace explotar
las tuberías
yo soy un mounstruo
y esta selva
de boxeadores viejos
es mi jardín secreto
y mi familia
no me hables
de corazas
de rencores
de odios
yo
sólo tengo
mi reputación
que es la llave
para que las navajas
silben en el silencio
que dejo
tras de mí
no me hables
de amor
de seguirte
a otras ciudades
de conseguirme empleo
y matrimonio
yo solo
voy detrás
de quien me siguió primero
de quien me cuidó
y me dio un lugar
en su pobreza
de quien trinchó
con sus dedos
los trozos de vidrio
de mi destilado
para que siguiera bebiendo
no me hables
por favor
que duele
tanta falsa rudeza
y los amigos van cayendo
uno a uno
enredados con la saliva
esto
es lo que dejaste
para cultivar
esto
que te asusta
demoró años
en volverse
tan severo
tan crudo
tan inclemente
no te acerques
muchacho
que las luces rojas
de este barrio de negros
comienzan
a caerte encima
ya no eres invisible
cuando caminas
junto a la grasa
estas arenas movedizas
solo son
para los que tienen
un cajón desvencijado
lleno de promesas
de la peor clase
para no naufragar
para los que arden
en el reflejo de los cristales
de un hotel
durante una tormenta eléctrica
sin saber nada
el uno del otro.
Poemas del libro CALAMINA (2014)
Nocturno de bahía
los cerros
parecen un parque de diversiones
torcido
interminable
lejano
en donde cada ventana
iluminada por el brillo de los televisores
se vuelve cálida
y curiosa
en medio de la calle
se dibujan
familias felices
sombras
haciendo lentamente el amor
cenas con vino
conversaciones de sobremesa
y niños jugando a las escondidas
entre la escalera
el humo de las chimeneas
crepita en el aire
como pequeñas luciérnagas
que navegan entre las cintas verticales del cinc
y los altavoces
de los buques solitarios
en la bahía.
Pequeños espacios
Los caminos de la bahía
llevan a pequeños espacios del dolor
que permanecen silenciosos
un hombre
está tirado en el suelo
como un animal destripado
los pantalones abajo
sus genitales congelándose en la lluvia
un perro sostiene su cabeza
como si de ese hombre alcoholizado
dependiera su mundo.
Habitaciones
cuando las puertas de las habitaciones
se cierran
y todos comparten
ese pequeño mundo cálido
del amor
de la fidelidad
me encierro en mi cuarto
y pienso
si alguna vez
me tocará algo
de esa luz anaranjada
bajo la puerta
observo las rendijas
y medito
de qué sirve este oficio
de marcar el paso en los terminales
con el frío destazando los huesos
de refugiarse
en las citas de los poemas
que te hacen llorar
cuando te encuentras solo
de encontrar
pequeños bosquejos
de sonrisas eternas
que quedan grabadas
en la cabeza
durante años
entre la muchedumbre de un mercado
o las vitrinas de un café
suspiro hondo
y lo que escribo
parecen retazos de algo desconocido
que pretendo intuir
dibujando en el vaho de mi reflejo
que va atravesando
en medio de la noche
los túneles iluminados
de la ciudad.
Confidencias
tengo por escritorio
el esqueleto de una cama de madera
duermo en un colchón viejo
sobre las tablas del piso
y despierto en las mañanas
con deseos de que el invierno
pase pronto
para recostarme en la playa
bajo el sol
con los ojos cerrados
sintiendo el calor de la brisa
esta semana
solo hubo dinero
para comprar leche en polvo
avena y café
esta semana
hubo tiempo
para mirar por horas
el mar golpeando el cemento de la costanera
a los perros ladrar a los autos
que cruzan la calle del hospital
para regresar
a la habitación que arriendo
y lavar un poco de ropa
ordenar el pequeño escritorio
junto al sonido de la gotera
cayendo en el tarro de pintura.
Ripio
la casa y sus escombros
se apilan
en habitaciones
con olor a detergente barato
preservativos
cáscaras de naranja
adobe
y humedad,
en pequeños gestos
que intentan romper
con la crueldad del amor
solo como la metáfora
de unas tablas rotas bajo la cama.
Insomnio
la escena
está en la más completa indefensión
paredes blancas
de una casa hipotecada
libros en el suelo
cuentas por vencer sobre el sillón
el ruido de la lluvia
cayendo lánguidamente
durante días
en el pasillo
las luces apagadas
el vidrio roto de la ventana
el abrir y cerrar de puertas
por el viento
los gatos sobre el huerto de salvia
olor a incienso penetrante
la más completa indefensión
como si la borra del pasado
aturdiera los sentidos
encadenando voces
y rostros
como perros rabiosos
al solitario jardín del exilio.
Maletas
un viaje de regreso
se resume
en maletas alineadas
sobre la alfombra
cubiertos envueltos en bolsas plásticas
cajas con libros y fotografías
una temporada en la bahía
se queda inmóvil en el recuerdo
como una vieja tarjeta de navidad
que suena en un cajón vacío
esperando ser silenciada
cuando el tiempo
acabe esa fantasía.
Carretera
las torres de alta tensión
los cardos de la carretera
el polvo entrando por el techo
las flores salvajes
que crecen en los caminos
las nubes que abren
y escenifican
esta nueva ciudad.
Memorias
un viaje inesperado
un océano que no conoces
ni añoras
excepto por tener un poco de viento frío
en el rostro
y un regreso incierto
una fiesta de cumpleaños
en el lado norte de la ciudad
a la que nadie llegó
y donde debiste sonreír
para no decepcionar a la familia
el árbol genealógico
que causó el estrago de las clínicas
las curas de sueño
y las paredes emblanquecidas con saliva
admitir lo que significan diez años perdidos
la traducción del dolor
la impotencia
la versión de la alegría en imágenes
y recuerdos borrosos
un nuevo camino
por el cual llegar
a lo que podrías llamar casa
grandes ilusiones
camufladas en el paisaje
la palabra confianza
y el mal sabor que deja
cuando la masticas
mientras tus cosas
caen por la ventana
otros diez años
el cambio de turno de la ironía
una enredadera robusta
que crece
según la ortopedia de una reja,
lo más silenciosamente posible.
Urgencias
la sirena de una ambulancia
un auto
un cuerpo mojado
envuelto en frazadas
un pasillo de urgencias médicas
una camilla
el estado de turbación
de la mente por días
las sondas que atizan
el desierto de un estómago
la flora intestinal
pudriendo las pastillas
los malos sueños
un departamento en desorden
la orina estancada en las cañerías
una marca de cigarrillo en la alfombra
el polvo de la lluvia
sobre la cama
esperando como un cachorro hambriento
olvidar el sabor amargo
de un invierno pobre, oscuro y frío
congelado como una postal
entre los recuerdos de la bahía.
Orquídeas
envuelta en papel
dentro de un cajón
encontré una carta antigua
que no había leído
al salir del hospital
hablaba de orquídeas deshojadas
que caían sobre el piso de tu casa
sobre la esperma de una vela
detrás de los muebles y el polvo
que no te atrevías a recoger
orquídeas desvanecidas
que cubrían los recuerdos de mi ausencia
luego de la mudanza
la escalera sin vida
la ropa interior bajo la almohada
tus viaje, el murmullo del bosque
el frío de la montaña
me decías que me amabas
que era tu niña
que aún podía volver
***