Mario Bojórquez, Medalla Vicente Huidobro 2025

El poeta mexicano Mario Bojórquez ha merecido la Medalla Vicente Huidobro a la Trayectoria en lengua española 2025 que otorgan la Fundación Vicente Huidobro, de​​ Chile,​​ y la Fundación Iberoamericana de las Artes, de​​ Perú, según han comunicado en sus cuentas oficiales. Este reconocimiento se​​ confiere​​ por las contribuciones de la trayectoria de un autor a las letras hispanoamericanas y será entregado en Perú, en el marco del duodécimo Festival Internacional​​ Primavera Poética​​ de Lima, durante el mes de septiembre.​​ Esta medalla se suma a los más recientes reconocimientos obtenidos por el poeta Mario Bojórquez como el “Premio Ciudad de Burgos: Antonio L Bouza” por su libro​​ Arqueología del Fuego Nuevo​​ (Visor, 2025), así como a las diversas distinciones nacionales e internacionales​​ a su trayectoria​​ como la Presea Ignacio Rodríguez Galván (2015), el Premiul Literature Fārā Frontiere de Transilvania, Rumania (2016)​​ y​​ la Medalla Klísthenes del Demos Aigaleo de Atenas, Grecia (2017), entre otros,​​ y que dan constancia de los aportes a la​​ poesía,​​ la​​ ensayística y la traducción​​ poética​​ de Mario Bojórquez,​​ por lo que en Círculo de Poesía​​ lo celebramos leyendo algunos poemas de su libro más reciente,​​ Arqueología del Fuego Nuevo (Visor, 2025).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VEMOS CAER LA NIEVE SOBRE EL ASFALTO

 

Vemos caer la nieve sobre el asfalto​​ 

una blanca metralla en la cortina de madera

Vemos caer la nieve y el tiempo de nuestros corazones late​​ 

minutos alargados

De quién la sombra que desliza​​ 

sobre el pasto emblanquecido​​ 

que se quiebra

en hondas huellas

Ramas del árbol, hielo

que se sacude gordas gotas gélidas

suspiros que se evaporan

contra el vidrio velado

por un soplo frío

que desciende del cielo cruel

Palada tras palada

se abre un camino resbaladizo​​ 

de tierra y sal

En los percheros tiemblan los

gruesos abrigos

Junto a la estufa cordial

un pulso de sangre tibia

nos recuerda el ritmo de la

vida armoniosa

Cruje la madera pulida

bajo nuestros pies alegres

y las paredes delgadas​​ 

conservan el calor de​​ 

nuestros cuerpos

A dónde ir

entre la espesa niebla

sin el apretado vestido​​ 

de lana y pluma

Cómo, sin otra voluntad​​ 

que el encierro caliente

sopa hervida de nueces

café y golosinas​​ 

invitándonos a no salir

a respirar la cálida​​ 

pronunciación que el

invierno adquiere detrás

de las puertas

Con el sordo rugido de la​​ 

nieve contra los cristales​​ 

vemos pasar el tiempo​​ 

aterido de torpes movimientos​​ 

un reducido tiempo de​​ 

escaleras sin mar

Abismo de la nieve​​ 

que en su blancura

acecha sobre los patios

de las casas cubiertas

Nieve veloz que desciende​​ 

sobre los toldos de los​​ 

autos inmóviles

Cielo cristalizado

nube de polvo blanco​​ 

Materia de los sueños​​ 

atrapados en las tapias

de madera quebrada

en los herrajes enmohecidos​​ 

del agua sólida

El tiempo de la nieve

de horas dilatadas

Nieve y tiempo medidos​​ 

con relojes perezosos

sin maquinaria

avanzando lentamente

en la curva dispar

Tiempo y nieve distantes​​ 

bajo el tibio colchón​​ 

Tiempo de la nieve goteando​​ 

sobre los minutos airados​​ 

que se detienen en las largas​​ 

horas del día

Nieve del tiempo fija

sin acordes simétricos​​ 

Pretérita nieve del tiempo​​ 

cuajado

Golpe sin eco sobre

metales ácidos

Tiempo sin tiempo corre

a guarecerte en el rincón​​ 

del fuego

La nieve espesa rellenando los

huecos de las paredes turbias

sujetando el dibujo de los muros

contra el viento en vaivén

Nieve, nieve blanca, nieve pura

en las manos del niño sorprendido

Nieve clara, nieve líquida

proscrita nieve aturdida

Nieve santa, nieve brusca

solar del cielo y la nube

Nieve vacua, nieve sólida

La nieve dura contra los camellones

La nieve negra en las orillas del camino

La nieve vasta

La derretida nieve contra el sol​​ 

vuelta agua

La nieve en el rostro del que camina

con los ojos entornados

La nieve que se mete en las narices

como un bicho insaciable

Mediodía de la nieve en los campos desolados

su perfil tajado contra el arroyo que fluye entre dos orillas​​ blancas

El murmullo de su caída

y la desesperanza de su continuo descender​​ 

de su esforzado caer persistente

Azote de los lirios

quijada oblicua en el son

sin temple para el lamento

su posteridad, su bruma ácida

sin temblor de viento en las orejeras

Ven caricia de hielo

escómbrate en el rincón

que no quede rastro de tu huella

imprecisa

ninguna marca de tu concreta realidad

ningún objeto que recuerde tu paso

tu derretida ausencia

La nieve molida entre las ruedas de hierro

El paso de un vagón a otro

su traqueteo inmóvil

El hierro caliente en el costado

Afuera los pueblos que pasan rápido por los ojos

Los túneles sombríos y su encierro tenebroso

Las líneas del telégrafo sobre postes que se suceden uno​​ 

tras otro en una película sin fin

El vaivén adormecedor de la cabina caliente

El espacio entre los coches con su piso articulado y el​​ 

sonido crudo de los hierros vibrantes

Los amplios ventanales abiertos al paisaje​​ 

pero cerrados al aire de nuestra respiración

Cómo describir el acerado chirriar de las ruedas sobre​​ las vías

fierro contra fierro y el temblor

de la gran estructura que amenaza

con deshacerse a cada nuevo salto

Invierno de la sal contaminada

Luna de hielo sobre los techos blancos

y por debajo de la sábana alba

La vida latiendo con su encapsulado corazón​​ 

Los nuevos brotes de la hierba ateridos por

los bloques glaseados

El resplandor sin bosque​​ 

para la tenue luz

Agua inmovilizada

influente

Fijo perfil del agua concreta​​ 

sólida

Sublimación de piedra solar​​ 

Encono de la nieve aplastando​​ 

al insecto que se encorva

contra la rugosa piedra

Furia de la nieve

que masca la luz del sol herbóreo​​ 

con impasibilidad rumiante

La vaca nieve negra y blanca​​ 

pastando luz y tiempo

en el día sin horas

La nieve cuatro estómagos

de miel cuajada

Blanca, blanca, blanco

residual ionizada

Blanca, blanca, blanco

Todo ciego el resplandor de lluvia​​ 

para la ropa térmica

Los bigotes​​ 

Las barbas entumecidas

en el vapor concreto

respiración condensada

para el pulmón, vejiga​​ 

hinchando el pecho, filtrando

el mundo, tabla de los silencios

fístula y torcido alfiler

Blanca, blanca, blanco

 

 

 

 

 

 

 

EN LA ESQUINA DE JOSÉ MARÍA PINO SUÁREZ

Y REPÚBLICA DE EL SALVADOR

 

En la esquina de José María Pino Suárez y República de El Salvador asoman sus pulidos dientes, desde el centro de la tierra se eleva para tomar vuelo la prodigiosa ave que es una serpiente de fuego, toda ferocidad (al tiempo que hay algo de ternura en sus gestos), la poderosa piedra encarna el sostén del mundo, todo cuanto se edifica sobre la basa esculpida de cantos rodados y siglos, habrá de soportar su poder mágico. ¿Cuál cimiento tendrá fuerza bastante para poner en pie a una nación? ¿Qué fundamento de roca sostiene el cielo? Piedra angular que regulas el tiempo que ya no se mide en gruesas horas ni en delgados días, eres el dios presente que acecha por detrás de las obras de los minúsculos hombres.

 

Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya,

José María Pino Suárez y República de El Salvador,

Centro Histórico de la Ciudad de México

 

 

 

 

 

DAME, SEÑOR DE LOS VENENOS

 

En oración con Juan Manuel García Jiménez

 

Dame, Señor de los Venenos

Una cura eficiente para la amargura

Que destroza mi alma y mi cuerpo

Que destile tu bálsamo

Sobre la ardida piel de mi contorno

Que en mis venas transite el nepente de un dolor​​ imposible de olvidar

Que los músculos tirantes relajen sus fisuras

Que nervios y meniscos aligeren el horror de la pena​​ constante

Cristo negro y puro​​ 

Límpiame, sálvame, límpiame

 

 

Cristo de los venenos, Templo de San Juan Bautista,

Coyoacán, Ciudad de México

 

 

 

 

 

 

ESTRUCTURA CERRADA

 

El soltero es el tigre​​ 

que escribe ochos en el​​ 

piso de la soledad.

 

Ramón López Velarde​​ 

Obra Maestra

 

Estructura cerrada, abierta, bipolar, anular, concéntrica. Doble cara de Jano mirando hacia el pasado y el futuro. Anfisbena, dos cabezas bestiales en los extremos de su cuerpo. Hidra de Lerna, cabezas cercenadas multiplicándose en el horror. Tao, el todo y la nada, la vacuidad y la plétora.​​ Ch’ien​​ y​​ K’un, el cielo y la tierra, lo creativo y lo receptivo, la fuerza del movimiento y la entrega ferviente, el cielo baja a la tierra y la tierra asciende al cielo; viene luego​​ P’i, el estancamiento, todo decadencia; cielo y tierra se alejan, los cuerpos se separan, escisión. Bombilla del reloj escurriendo la arena sin medida hasta llenar el hueco de las horas muertas, esta arena volverá a ser el tiempo recobrado; voltearemos el reloj para matar al tiempo, para resucitarlo. Palindroma y espejo, van las letras corriendo, pero las letras vuelven en lo andado, «SÉ VERLA AL REVÉS». Anillo de Möebius. El misterio del libro, en él se encierran otros libros, páginas invisibles por el zumo de limón en la tinta​​ de fuego. Estructura infinita sin tiempo ni vuelta. «Hic est draco caudam suam devorans».

 

Aquí está el dragón devorando su cola.

 

Antiguo Colegio de San Ildefonso,

Centro Histórico, Ciudad de México

 

 

 

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