En esta nueva entrega de nuestro Dossier Paul Celan preparado y traducido por Roberto Amézquita, presentamos Stretto (Engführung), poema en nueve fragmentos con el que Celan clausura su libro de 1959: Sprachgitter (Reja del leguaje). La traducción viene seguida por el original en alemán y por la lectura del poema en voz del autor.
El Stretto es uno de los poemas más singulares de Paul Celan. Si en la entrega anterior de este dossier leímos y escuchamos Stimmen, poema a ocho voces con el que abre Sprachgitter (1959), el poema que hoy nos ocupa es la culminación de ese libro. Se trata de Engführung (Stretto) un poema escrito en nueve fragmentos a modo de coda fuertemente dislocada para cerrar la Reja del lenguaje.
Hemos oído y escucharemos muchos otros procedimientos del pensamiento musical en Paul Celan, pero quizá es este poema con el que alcanza el registro más depurado en esa exploración. De nueva cuenta son tan importantes las palabras como los espacios entre ellas. Con este Stretto el libro, en el que nuestro poeta disocia con mayor fuerza la lengua alemana y su capacidad de enunciar, llega a su fase última.
Roberto Amézquita
STRETTO
*
TRASLADADO al
terreno
de la vía infalible:
Hierba, escrita a pedazos. Las piedras, blancas,
con las sombras de los tallos:
No leas más -¡mira!
No mires más -¡ve!
Ve, tu hora,
la hora sin hermanas, tú estás —
estás en casa. Una rueda, lenta
rueda por sí misma, sus rayos
trepan,
trepan sobre el campo calcinado, la noche
no necesita estrellas, en ninguna parte
se pregunta por ti.
*
En ninguna parte
se pregunta por ti —
El lugar, donde yacen ellos, tiene
un nombre, tiene
ninguno. Ellos no yacen ahí. Algo
yace entre ellos. Ellos
no ven a través.
Ellos no ven, no
hablan con
palabras, ninguno
despierta, el
sueño
viene sobre de ellos.
*
Viene, viene, en ninguna parte
se pregunta —
Yo estoy, yo,
yo yazgo entre ustedes, yo estuve
abierto, estuve
audible, yo te di aviso, tu aliento
obedeció, yo
estoy siempre todavía, si ustedes
duermen.
*
Estoy siempre todavía
Años.
Años, años, un dedo
a tientas abajo y arriba, toca
por todos lados toca:
Suturas palpables, aquí
se abre parte a parte, aquí
otra vez cicatriza, ¿quién
lo cubrió?
*
Lo cubrió
¿quién?
Vino, vino.
Vino una palabra, vino,
vino a través de la noche
quería alumbrar, quería alumbrar.
Cenizas.
Cenizas, cenizas.
Noche.
Noche-y-noche -Ir
al ojo, a su humedad.
*
Ir
al ojo,
a su humedad —
Huracanes.
Huracanes, del siempre,
torbellino de partículas, del otro
tú
que sabes, nosotros
leemos en el libro, era
opinión.
Era, era
opinión, ¿cómo
nos estrechamos nosotros
con – con estas
manos?
También está escrito, eso.
¿Dónde? Nosotros
ni un silencio al respecto,
mitigado, grande,
un
verdecido
silencio, cáliz y racimo,
pensamiento que pende, herbal, avenido
verde, sí
colgante, sí
bajo el cielo maligno.
Y sí,
herbal.
Sí.
Huracán, par-
tículas en turba, quedó
tiempo, quedó
para intentar en la piedra, fue
hospitalario, quedó
sin interrumpir la palabra, qué
bien estuvimos:
Granuloso.
Granuloso y en fibras, acicular
tosco;
agraz y espigado, rastrero
desmoronadizo, aterronado.
suelto y en ramas; eso
no interrumpió la palabra habló
habló con la alegría
de los ojos secos antes
de que ellos cerraran.
Habló, habló.
Fue, fue.
Nosotros
No nos dimos por vencidos, parados
en el medio, una
pocilga y
vino.
Vino a nosotros, vino
a través, rezurcido
invisible, rezurcido
en la última membrana,
y el mundo, un cristal de mil faces
disparadas, disparadas.
*
Disparadas, disparadas
Entonces —
Desenredadas noches, círculos
verdes o azules, rojos
cuadrados: El
mundo da su más íntimo
juego con las nuevas
Horas. -Círculos,
rojos o negros, relucientes
cuadrados, sin
sombras aéreas, sin
mesa de cálculos bélicos,
ningún alma de humo se eleva ni juega.
*
No se eleva
ni juega
En el revolotear de los búhos, en la
lepra ya petrificada, en
nuestras manos fugitivas, en
la más joven culpa,
encima del grillete
en el muro soterrado:
evidente, otra
vez, las
zanjas, los
Coros y entonces, los
Salmos, Ho, ho-
sianna
Así
que todavía hay templos, una
estrella
probablemente todavía con luz.
Nada.
Nada se pierde.
Ho-
sianna
En el revolotear de los búhos, aquí
las conversaciones, día gris,
los rastros del agua subterránea.
*
(— — Día gris
los
rastros del agua subterránea —
Trasladado
al terreno
de la
vía
infalible:
Hierba.
Hierba,
escrita a pedazos.
El poema en la voz de Celan
ENGFÜHRUNG
*
VERBRACHT ins
Gelände
mit der untrüglichen Spur:
Gras, auseinandergeschrieben. Die Steine, weiß,
mit den Schatten der Halme:
Lies nicht mehr – schau!
Schau nicht mehr – geh!
Geh, deine Stunde
hat keine Schwestern, du bist –
bist zuhause. Ein Rad, langsam,
rollt aus sich selber, die Speichen
klettern,
klettern auf schwärzlichem Feld, die Nacht
braucht keine Sterne, nirgends
fragt es nach dir.
*
Nirgends
fragt es nach dir
Der Ort, wo sie lagen, er hat
einen Namen – er hat
keinen. Sie lagen nicht dort. Etwas
lag zwischen ihnen. Sie
sahn nicht hindurch.
Sahn nicht, nein,
redeten von
Worten. Keines
erwachte, der
Schlaf
kam über sie.
*
Kam, kam. Nirgends
fragt es –
Ich bins, ich,
ich lag zwischen euch, ich war
offen, war
hörbar, ich tickte euch zu, euer Atem
gehorchte, ich
bin es noch immer, ihr
schlaft ja.
*
Bin es noch immer –
Jahre.
Jahre, Jahre, ein Finger
tastet hinab und hinan, tastet
umher:
Nahtstellen, fühlbar, hier
klafft es weit auseinander, hier
wuchs es wieder zusammen – wer
deckte es zu?
*
Deckte es
zu – wer?
Kam, kam.
Kam ein Wort, kam,
kam durch die Nacht,
wollt leuchten, wollt leuchten.
Asche.
Asche, Asche.
Nacht.
Nacht-und-Nacht. – Zum
Aug geh, zum feuchten.
*
Zum
Aug geh,
zum feuchten –
Orkane.
Orkane, von je,
Partikelgestöber, das andre,
du
weißts ja, wir
lasens im Buche, war
Meinung.
War, war
Meinung. Wie
faßten wir uns
an – an mit
diesen
Händen?
Es stand auch geschrieben, daß.
Wo? Wir
taten ein Schweigen darüber,
giftgestillt, groß,
ein
grünes
Schweigen, ein Kelchblatt, es
hing ein Gedanke an Pflanzliches dran –
grün, ja
hing, ja
unter hämischem
Himmel.
An, ja,
Pflanzliches.
Ja.
Orkane, Par-
tikelgestöber, es blieb
Zeit, blieb,
es beim Stein zu versuchen – er
war gastlich, er
fiel nicht ins Wort. Wie
gut wir es hatten:
Körnig,
körnig und faserig. Stengelig,
dicht;
traubig und strahlig; nierig,
plattig und
klumpig; locker, ver-
ästelt –: er, es
fiel nicht ins Wort, es
sprach,
sprach gerne zu trockenen Augen, eh es sie schloß.
Sprach, sprach.
War, war.
Wir
ließen nicht locker, standen
inmitten, ein
Porenbau, und
es kam.
Kam auf uns zu, kam
hindurch, flickte
unsichtbar, flickte
an der letzten Membran,
und
die Welt, ein Tausendkristall,
schoß an, schoß an.
*
Schoß an, schoß an.
Dann –
Nächte, entmischt. Kreise,
grün oder blau, rote
Quadrate: die
Welt setzt ihr Innerstes ein
im Spiel mit den neuen
Stunden. – Kreise,
rot oder schwarz, helle
Quadrate, kein
Flugschatten,
kein
Meßtisch, keine
Rauchseele steigt und spielt mit.
*
Steigt und
spielt mit –
In der Eulenflucht, beim
versteinerten Aussatz,
bei
unsern geflohenen Händen, in
der jüngsten Verwerfung,
überm
Kugelfang an
der verschütteten Mauer:
sichtbar, aufs
neue: die
Rillen, die
Chöre, damals, die
Psalmen. Ho, ho-
sianna.
Also
stehen noch Tempel. Ein
Stern
hat wohl noch Licht.
Nichts,
nichts ist verloren.
Ho-
sianna.
In der Eulenflucht, hier,
die Gespräche, taggrau,
der Grundwasserspuren.
*
(– – taggrau,
der
Grundwasserspuren –
Verbracht
ins Gelände
mit
der untrüglichen
Spur:
Gras.
Gras,
auseinandergeschrieben.)