Presentamos tres poemas de Ted Hughes en la traducción de la poeta y traductora Ulalume González de León. Ted Hughes es uno de los poetas británicos más influyentes del siglo XX. En 1974 recibió la Medalla de Oro de la Reina a la Poesía. Desde 1984 hasta 1998, el año de su muerte, fue el poeta laureado del Reino Unido.
Wodwo
¿Qué soy, que así husmeo y vuelvo las hojas
y sigo hasta el río una mancha desvaída del aire
y entro en el agua? ¿Qué soy, que así quiebro la vítrea
superficie al sumirme y alzando los ojos
sobre mí veo el lecho del río invertido y clarísimo:
y qué hago yo en mitad del aire? Esa rana,
¿me apasiona porque escruto y hago mías
sus entrañas más secretas? Y esas hierbas, ¿me conocen
me han visto antes entre sí repiten mi nombre
encajo en su mundo? Más bien separado
de la tierra parezco y no con raíces
sino caído al azar de la nada sin hilos
que a alguna cosa me amarren
me desplazo a mi antojo tal vez me concedieron
el libre uso de este sitio ¿qué soy entonces?
desprender la corteza de un madero putrefacto
no me place y es inútil ¿por qué sigo haciéndolo?
extrañamente mi acto y yo coincidimos
¿cuál es mi nombre entonces? ¿soy el primero tengo un amo
qué forma tengo qué forma tengo
soy enorme? si recorro hasta el final este camino
más allá de estos árboles más allá de aquellos árboles
hasta extenuarme sólo es uno de mis muros
lo que toco y si inmóvil permanezco me vigilan
inmóviles las cosas creo que soy el centro exacto
pero está todo esto ¿qué es? ¿es raíces?
raíces raíces raíces y aquí el agua
absurdo repito pero sigo buscando
Cómo empezó a jugar el agua
Agua quería vivir
llegó al sol y volvió llorando
Agua quería vivir
llegó a los árboles se quemaron volvió llorando
se pudrieron volvió llorando
Agua quería vivir
llegó a las flores se arrugaron volvió llorando
Quería vivir
llegó al vientre conoció la sangre
volvió llorando
llegó al vientre conoció el cuchillo
volvió llorando
llegó al vientre conoció el gusano y la podredumbre
volvió llorando quería morir
Llegó al tiempo cruzó la puerta de piedra
volvió llorando
Cruzó el espacio entero en busca de la nada
volvió llorando quería morir
Hasta que el llanto se le hubo agotado
Entonces se acostó al fondo de todas las cosas
totalmente rendida profundamente clara
No toques el teléfono
El Buda de plástico dispara un chillido de karate
Antes que las suaves palabras esporíferas
aliento cosmético de lápidas
inventó la muerte los teléfonos, altares de la muerte
No adores al teléfono: arrastra
a sus adoradores a la tumba
con mil estratagemas, con mil voces fingidas
Olvídate de dioses antes el aullido religioso del teléfono
No pienses que tu casa es un refugio: es un teléfono
No pienses que recorres el camino elegido: recorres un teléfono
No pienses que duermes en la mano de Dios: duermes en el transmisor de un teléfono
No pienses tuyo tu futuro: es el esclavo del teléfono
No pienses tuyos tus pensamientos: son el pasatiempo del teléfono
la policía secreta del teléfono
Oh teléfono vete de mi casa
Eres un dios adverso
Vete y suspira en otra almohada
No alces aquí tu cabeza de serpiente
No muerdas más a tanta gente buena
Di, cangrejo de plástico
¿por qué tu oráculo acaba siempre por ser el mismo?
¿con cuánto te soborna el cementerio?
Pero peor es tu silencio: cuando haces falta
enmudeces con la malicia de un insano clarividente
en tu respiración susurran todas las estrellas
el vacío del mundo bulle en tu transmisor como un océano
cuelga estúpidamente tu cordón sobre el abismo
eres plástico piedra un buzón roto
no puedes proferir ni verdades ni mentiras
y sólo el maligno te vibrar con el deseo
de que alguien se sienta perdido por tu culpa
Ennegreciendo conexiones
el sitio en que la muerte blanquea sus cristales
te hinchas te retuerces
Buda boquiabierto
chillas en las raíces de la casa
No toques el teléfono: restallando,
llamas del fin del mundo saldrían del teléfono
arrojaría un cadáver al teléfono
No toques el teléfono