Fernando Pessoa improvisa un poema de Alberto Caeiro

En esta nueva entrega de Poesía Permutante, nuestro editor el poeta Mario Bojórquez, nos ofrece un singular documento incluido en El Argonauta de las Sensaciones Verdaderas, Edición Crítica Heterónima de la Obra de Alberto Caeiro, tomo que acompaña a El Andamio, Obra completa de Alberto Caeiro y donde Fernando Pessoa y sus amigos reflexionan sobre la personalidad y obra del maestro glorioso.

 

 

 

Fernando Pessoa ensaya tres maneras de un mismo poema en modo Alberto Caeiro. En un ejercicio detallado de poética nos acompaña al proceso de escribir un poema en su “fantasma” Alberto Caeiro y desmenuza con precisión la carga emocional y especulativa de su escritura enrarecida. La sensación de cercanía que nos ofrece al misterio que supone el universo heteronímico sólo nos incita a conocer de un modo más profundo la técnica literaria de la que es el gran maestro; sentir, pensar a través de otro, quizá no diferente de sí o al menos, a través de un “fantasma” de su propia emoción.

MB

 

 

 

Fernando Pessoa improvisa un poema de Alberto Caeiro

 

El uso de la sensibilidad por la inteligencia se realiza de tres maneras:

El proceso clásico, que consiste en eliminar de la sensación o la emoción todo lo que es verdaderamente individual en ella, extrayendo y exponiendo solamente lo que es universal.

El proceso romántico, que consiste en dar una sensación individual nítidamente — o tan vívida, que es aceptada, no como algo inteligible, sino como algo sensible, por el lector, espectador o escucha.

Un tercer proceso, que consiste en dar a cada emoción o sensación una dilatación metafísica o racional, de suerte que todo lo que en ella se exprese, sea ininteligible, gane inteligibilidad mediante la dilatación explicativa.

Supongamos que tengo una aversión íntima por el color verde, y quiero transformar esta aversión, que es una sensación, en expresión artística. Mediante el proceso clásico procederé de la siguiente manera: (1) Recordaré que la aversión al color verde es puramente individual, por lo que no puedo pasar a otro color tal como es; (2) deduciré que así como tengo aversión por el color verde, otros tendrán aversión por otros colores; (3) Traduciré mi aversión por el verde en aversión por “un cierto color”, y cada persona que lea verá en la aversión así traducida el color particular con el que tiene aversión. A través del proceso romántico, me esforzaré por poner tal horror en las frases en las que expreso mi horror sobre el verde de modo que el lector quede atrapado en la explicación del horror, olvidando precisamente de qué se trata. Así, el proceso romántico consiste en un tratamiento intensivo de los elementos expresivos, sin tener en cuenta los elementos fundamentales de la sensación. Para el tercer proceso, claramente pondré mi aversión al verde y agregaré, por ejemplo, “es el color de las cosas nítidamente vivas que han de tener prisa por morir”. El lector, aunque no colabora conmigo en mi aversión al verde, comprenderá que se odie al verde por aquella razón.

Para el proceso clásico, nuestro mayor sacrificio es por la sensación o la emoción, para que ésta se vuelva comprensible. Pero lo que volvemos comprensible es un resultado intelectual de ella. De ahí que la poesía clásica sea inteligible en todas las épocas, pero también que en todas las épocas resulte fría y distante.

En mi fantasma Alberto Caeiro utilizo instintivamente el tercer proceso indicado aquí. Aunque parezca espontáneo, se explica cada sensación, aunque, para pretender una personalidad humana, la explicación está velada en la mayoría de los casos.

Hay un color que me persigue y que yo odio,
Hay un color que se insinúa en mi miedo.
¿Por qué los colores tienen la fuerza
Para persistir en nuestra alma,
Como los fantasmas?
Hay un color que me persigue, y que hora por hora
Su color se vuelve el color que es mi alma.

 

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¡El verde! ¡El horror del verde!
La angustiosa opresión hasta en el estómago,
La náusea de todo el universo en la garganta.
Sólo por causa del verde,
¨Solo porque el verde me nubla la vista,
Y la luz misma es verde, un relámpago parado de verde …

 

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Odio el verde.
El verde es el color de las cosas jóvenes
— Campos, esperanzas, —
Y las cosas jóvenes todas han de morir
El verde es el presagio de la vejez,
Porque toda juventud es el presagio de la vejez.

 

Un color me persigue en el recuerdo,
Y cual si fuera un ente, me somete
A su permanencia.
¿¡Cuánto puede una pieza sobrepuesta
Por la luz a la materia oscura llenarme
De tedio el ancho mundo!?

 

El Argonauta de las Sensaciones Verdaderas, Fernando Pessoa y sus amigos, Edición Crítica Heterónima de la Obra de Alberto Caeiro, Varios Autores, Traducción de Mario Bojórquez, Círculo de Poesía Ediciones, 2022.

Obra apoiada pela DGLAB / Cultura  e pelo Camões IP – Portugal

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