Alí Calderón
Podemos pensar que existen ciertos principios universales en la poesía, pero que también existen –según la tradición literaria de cada país y lengua– algunas particularidades para valorar un poema. A partir de esto te pregunto ¿qué valores posee un buen poema contemporáneo?
James Byrne
Crecí con el plan de estudios británico que es, en sí mismo, extremadamente limitante. Alfred Tennyson, William Wordsworth, Philip Larkin, todos esos grandes hombres (a mí me disgustaba particularmente el miserablismo de Larkin).
Puede que haya habido quizás un poema de Ted Hughes que iluminó mis ojos de quince años, pero eso fue acaso lo más cercano a lo contemporáneo que estuve. En la escuela, la poesía era enseñada como una especie de prueba de memoria anti-imaginativa, lo cual siempre me desanimaba.
Cuando me mudé a Londres, unos años más tarde, descubrí la Poetry Library en Londres. Me abrió a algo que se me había negado previamente; una gama de propuestas y formas estéticas, la paleta artística completa. Esto me ayudó a considerar que hay varias formas de escribir algo “bueno”, dependiendo de cómo uses la paleta. Aún creo en esto.
Quizás la palabra “valor” suprime las posibilidades de la imaginación. ¿Qué es valioso en el arte? El oligarca ruso Roman Abramovich posee más Picassos que cualquier otra persona. ¿Crees que le importa algo el “período azul” de Picasso? ¿William Blake atribuyó “valor” a sus creaciones artísticas? Él creía estar conversando con el arcángel Gabriel. Sólo un puñado de personas asistieron a la única exposición de Blake, en la tienda de calcetería de sus padres en las afueras de Soho, en Londres.
A mí lo que más me interesa es el lenguaje: sus ideas, su(s) canción(es), su musicalidad, su misterio, no su valor. Lo que un país podría valorar en términos de estética poética podrá ser menos importante que en otro, sí, pero la demografía nacional como marcador de la estética literaria resulta también cuestionable. Todos los países tienen sus guerras poéticas, todas las naciones sus agendas propagandistas e intereses nacionalistas. A veces resulta difícil posicionar el arte y la cultura dentro de estos marcos. Si bien se puede considerar que los poemas pertenecen a una función particular del lenguaje, también pueden ser cuestionados por las expectativas estéticas dentro de un lenguaje y su tradición.
Un “buen poema” se puede hacer de varias maneras, simplemente al corresponderse con el lenguaje que lo conforma. Puede hacer una contribución. Tengo la sensación de que ésta es la ambición de la mayoría de los poetas. Sin embargo, un gran poema a menudo va en contra de la tradición o la cultura de alguna manera. Puede extender o trascender la tradición literaria de donde proviene. Pero, por supuesto, esos poemas son raros. Blake yendo más allá de las calles de Londres para aventurarse por las calles de una Jerusalén imaginada sería un obvio ejemplo de esto. Los grandes poemas para mí implican frecuentemente la transformación de nuestras propias expectativas y son capaces de cambiarnos, o despertarnos y, por lo tanto, de transformar nuestra comprensión de lo que el lenguaje es capaz de hacer.
Alí Calderón
¿Qué está ya caduco? ¿Qué ha dejado de tener prestigio en la escritura poética?
James Byrne
El cliché de que se recoge lo que se siembra tiene algo que ver aquí. Yo habría pensado que el insulso y egocéntrico confesionalismo, demasiado enfocado en el habla, o ese prosaico corte de la lógica (para usar el brutal término de Ezra Pound) podrían haber llegado a su fin, sin embargo, por supuesto, cada año se publican y elogian poemas con estas formas; algunos conforman libros enteros. Entonces debe haber una demanda para ello. Y ciertamente hay un conglomerado de premios corporativistas literarios listos para colgar sus medallas. Algunas personas incluso afinan sus poemas para recibir este tipo de elogios, lo que me parece absurdo.
¿Qué está ya caduco? Me parece que el soneto no ha desaparecido nunca en el panorama anglófono. Debe de ser porque existe un lugar para ello y ciertamente esto ha influido enormemente en la tradición de los poemas líricos cortos en inglés.
¿Es la rima un crimen? (La rima dura, de colisión frontal, ha sido, al menos, sospechosa desde hace mucho tiempo).
Me parece que, justo cuando descartas algo, puede reaparecer, como si hubiera sido cultivado para que parezca nuevo. Aun así, podría preguntar: ¿sobre qué podemos escribir más allá del amor, el sexo, la muerte y la naturaleza? ¡Y cuánto material hay en estos temas! (que a su vez están dando vueltas en nuestras vidas, sin fecha de caducidad porque son perennes).
Alí Calderón
Si asumimos que la tradición no se hereda sino que se elige, ¿Quiénes son los poetas de los que aprendiste a escribir poesía y qué te enseñaron?
James Byrne
Vladimir Mayakovksy me enseñó el juego lúdico y la sátira. Paul Celan, que se podía escribir en otro idioma y cambiarlo. Mina Loy me invitó a escuchar el tono perfecto. Lo que significa crear, como ella defendía, “el sonido de una idea”.
Los poetas británicos Ted Hughes y Geoffrey Hill me engañaron por vez primera cuando era un poeta joven, sólo para alejarme después con sus versiones del tribalismo británico. Pound y H.D. también llegaron muy temprano, aprecio el mito del lugar en su obra (Hugh Selwyn Mauberly es una de las grandes despedidas de Londres, 'The Walls Do Not Fall' uno de los poemas bélicos pacifistas más extraordinarios). Octavio Paz es tan importante para mí como T.S. Eliot. David Gascoyne por lo surreal vuelto realidad. Y, de forma similar, Peter Redgrove, quien me pidió que celebrara con él el misterio del sueño. La revelación del no saber, de escribir lo que no sabes pero puedes percibir. Esta es solamente una breve lista de mis tempranas y principales influencias.
Hoy en día, muchos poetas contemporáneos me ayudan constantemente a aprender más sobre poesía. De hecho, hay tantos buenos poetas escribiendo hoy en día que no hay excusa alguna para menospreciar la poesía en el sentido contemporáneo. Simplemente hay que encontrar a los grandes poetas. De los muchos que podría mencionar, que escriben en inglés y que lo han hecho por diferentes motivos, me han influenciado Forrest Gander, Valzhyna Mort, Sandeep Parmar, Niall McDevitt, Chris McCabe, Robert Sheppard, Bhanu Kapil e Ilya Kaminsky.
Alí Calderón
Desde el punto de vista técnico, ¿qué te interesa hacer con los poemas?
James Byrne
Todo por el poema. Pero, de manera general, me interesa la música, el collage, la imagen, el cine, la ruptura, la desorientación, el flujo, el escuchar a medias y los cortes de salto.
(nota: estos no son términos necesariamente técnicos. Así que podría agregar… la línea (como peso/aliento), la estrofa (como habitación/espacio), la ruptura (como desgarro/bisagra)).
Alí Calderón
De acuerdo a tu perspectiva, ¿hacia dónde va la poesía?
James Byrne
Las ventas han aumentado, lo que es bueno para los editores y para la idea de tener lectores. Sin embargo, como he escrito anteriormente, la corriente principal sigue siendo el movimiento que no quiere moverse a parte alguna (estéticamente, con frecuencia parece aterrorizado por la complejidad –es decir, hasta donde comprendo, del arte escrito como un antagónico a la literacidad– aunque, por supuesto, el mundo en general se vuelve cada vez más complejo)
La gente siempre querrá escribir poemas, eso es lo que sabemos. Mantener el número de lectores y apoyar a los editores mientras se hace esto parece clave. No podemos confiar en el Estado, con sus estrategias anti-imaginativas y sus antisépticos tanques de cerebros. Pero también vivimos en una sociedad en gran medida tonta y que no se avergüenza de hablar una mera fracción del idioma. Eso sin mencionar la agenda capitalista general contra la literacidad. En este clima, mi preocupación es que las editoriales –particularmente las pequeñas e independientes, de las que se compone principalmente la poesía– puedan desaparecer y que haya todo este impresionante trabajo disponible, pero que cada vez haya menos lugares dónde leerlo.
Alí Calderón
¿Cuál es el papel de la poesía en las sociedades contemporáneas?
James Byrne
Quizás esto se relacione con la última parte de mi respuesta anterior: hablaba con un amigo esta misma mañana sobre cómo, en un momento de recortes generales en el apoyo a las artes, se están abriendo fuentes de financiación en Inglaterra para el lenguaje poético en tanto interpretación digital y para la poesía que realiza la función del lenguaje dentro de un espacio social. Poemas comisionados para videojuegos, para dispositivos de realidad virtual, poemas en espacios públicos vacíos en zonas desfavorecidas. Poemas en vallas publicitarias o pasos subterráneos donde antes reinaban los grafitis. Ese tipo de cosas son, en principio, algo bueno, una forma de ampliar las formas de la poesía. Podría volverse más frecuente en el futuro y está aumentando en Inglaterra ahora mismo. Por bueno que parezca, también es un alejamiento del libro y, en el peor de los casos, puede llegar a hacer del poema un mero fragmento de sonido o un divertimento. También podría tratarse de una forma en que los presupuestos estatales redistribuyen fondos para proyectos, alejándolos de la publicación de libros o de las editoriales mientras se lavan las manos diciendo que todavía apoyan proyectos de alfabetización o literatura. Nunca tomo demasiado en serio al Estado cuando pretende proteger la alfabetización o la educación. Mira cómo se ha vendido la educación superior.
Aparte de esto, supongo que persiste la idea de que la poesía tiene una función curativa, la cual la mayoría de la gente todavía vende o promueve. Pero esa no es mi intención para escribir.
Alí Calderón
Permíteme hacer una analogía con la música. Cuando escribes tus poemas, ¿a qué cantante o banda te gustaría sonar?
James Byrne
¡Qué pregunta tan fuerte! Bueno, nunca había pensado en eso al escribir un poema. La canción y el cantante son el poema mismo.
Todo menos Coldplay. ¿Joe Strummer en la guitarra rítmica golpeando con su pierna izquierda como un taladro eléctrico? Escucho música todo el tiempo, desde clásica hasta indie y pop. Concuerdo con Nietzsche cuando dice que “la vida sin música sería un error”. Tiendo a buscar música de África occidental, particularmente de Mali y Senegal, para entender el ritmo, incluso la emotividad de la voz.
Esta misma mañana estaba enseñando poesía de Nathaniel Mackey, quien sostiene que su lenguaje se deja llevar por los ritmos y el pulso de la música (hace eco de la idea del pulso a través de la teoría de Victor Zuckerkandl en Sound and Symbol). Curiosamente, Mackey también ha dicho que puede escribir después de recibir el ritmo de una canción en un idioma que no comprende, lo cual revela la conectividad de la canción, pero también quizás los peligros del apropiamiento, de lo cual el propio Mackey se muestra consciente y espero yo también.
A menudo, antes del acto de escribir, cuando me encuentro al borde de un poema, confío en que hay un ritmo esperando que yo entre en la página en blanco, así que no hago nada salvo mirar fijamente su vasto espacio vacío, y escucho esa canción que quiere que toque. Gran parte de mi poesía proviene del escuchar, particularmente prestando atención al sonido y al ritmo. Ahí hay que prestar atención, pero dentro de ello se encuentran también el descubrimiento o la oportunidad. Con frecuencia, este acto de escuchar me conduce a través de la escritura del poema. He encontrado la música que quiero escribir, el tono y el tenor e intento dejar que la canción del poema suene y que resuene a través de mi cuerpo. La escritura es la ritualización repetida de este proceso.
El sonido en sí es una especie de lenguaje, en el sentido de que algo se transmite. ¿Pero acaso el sonido se transmite a través del cuerpo hacia el pensamiento, o viceversa? (Esto me recuerda al “sonido de una idea” de Loy, pero también a la “Logopoeia” de Pound: “la danza del intelecto”, aunque prefiero la idea de bailar con la imaginación a las jerarquías implícitas en la construcción del intelecto).
Alí Calderón
En cuanto a tonos, temas, tópicos o procedimientos de construcción, ¿en qué contribuye la poesía contemporánea en tu lengua a la poesía internacional?
James Byrne
Supongo que aquí debemos recurrir al canon literario para llevar bien la cuenta. A mí me interesa qué está canonizado y qué no. Los planes de estudio existen ahí, en algún lugar entre la propaganda y la distorsión narrativa.
Por lo general es lo periférico lo que me interesa. Sin embargo, para que sea leído internacionalmente habría que traducirlo, ¿cierto?
Si nos fijamos en la poesía irlandesa (soy mitad irlandés), debe haber numerosas traducciones de Seamus Heaney al español. Pero, en mi opinión, Michael Hartnett es el poeta irlandés más interesante. Heaney es un técnico brillante, sí, pero nunca escribió nada lo suficientemente desquiciado, así que yo no puedo confiar en él. Posee demasiado sentido en un mundo que no lo tiene, o que no siempre lo tiene.
Solía hablar de esto con Niall McDevitt, otro poeta irlandés que, lamentablemente, falleció hace poco. Niall fue uno de los grandes poetas irlandeses del siglo XXI; alguien que debería ser más conocido internacionalmente. Él mismo era un hombre de mundo que había leído en Irak, que había escrito sobre Babilonia, Jerusalén y Palestina, además de haber superado con frecuencia a los ingleses, en tanto irlandés que vivía en Londres. Pero Niall nunca fue invitado a tal o cual por el Consejo de las Artes o instituciones semejantes, por lo que probablemente nunca hayas oído hablar de él. Esto se remonta a lo que decía antes en torno a la configuración de la agenda cultural y el corporativismo literario. A menudo, funciona para proteger un tipo de poética menos ambiciosa, algo seguro y aceptable que pueda reforzar los estereotipos sociales o culturales y no buscar cuestionarlos o desafiarlos.
Los poemas más interesantes que surgen de cualquier cultura o idioma son aquellos que no necesariamente replican, esencializan o intentan encarnar esa misma experiencia cultural. También son periféricos en torno a la monotonía de los marcos e ideologías nacionales, las cuales siempre los miran con sospecha (a menudo también a su escritura misma).
Hoy en día, Bhanu Kapil está investigando el archivo de Margaret Thatcher en Cambridge. Ese es el tipo de “contribución” que quiero leer. Sandeep Parmar acaba de reescribir Fausto. Ishion Hutchinson me envió recientemente un ensayo excepcional sobre su viaje a Kenia. Un poeta jamaicano que escribe sobre cualquier cosa que desee, superando cualquier tipo de marco nacional o cultural, pero que, si así lo desea, pueda también elegir contribuir a ello (como lo ha hecho Ishion).
El lenguaje es un festín móvil. Es nuestra mejor contribución hacia una comprensión compartida de la humanidad. El inglés es sólo una parte de esto. Una de las cosas interesantes del lenguaje poético es que muchos de los escritores más interesantes no están escribiendo hoy en inglés.
[Traducción de Gustavo Osorio de Ita]
***
Una huella de barro se fosiliza en el BIENVENIDO
del tapete en Puebla/Acapulco. ¡BIENVENIDOS! ¿Qué
piensa dentro de un traje de acero, con colgantes de jade falso?
La mentira de la amistad se extiende como echeverría.
Huesos de tule de Cortés enterrados bajo los sensoriales
jardines de Chapultepec. La corteza del aliento intoxica
un lago quimizado. Doña Marina susurra a través de
la sordera del oído de Moctezuma. ¿Qué hace resonar la piel
para maravillarse ante una ciudad flotante por posesión, árboles
sacudidos en el fuego? Mala Madre. Serpiente blanca diseca
las hojas verdes. Cortés, que quiere decir afable, educado.
Nombres, rostros, lavados, como limpios en agua sucia.
De pie en Tenochtitlán hace quinientos años,
¿qué viste, Bernal, más allá de plumas, capas,
mercancías? Esclavos machos y hembras para ser vendidos
en el mercado. Blanca torre de la historia. Agujeros negros.
Los espacios entre tus dientes deletrean la muerte. Lo que
entiendes por el significado del dinero es multifacético,
como la idea cíclica de la conquista de Paz. No hay tal cosa
como lograrlo, sólo tomarlo de la boca del mundo.
Policonsciente, como si pudieras fusionar los ojos mirando
en su ojo. Mesoamérica en FOX en tu televisión,
disneyficando a los niños. Pero cuando, pero
perdido. Bernal, ¿qué fue lo que viste en el camino?
Cara en la cuchilla del espejo, muralizada, los ojos
de Armstrong lloran sobre los controles. Como si alguien pudiera
controlar las estrellas (Woodrow lo intentó: primero ajustas el
control económico decía, después controlas los asuntos internos
de otro país). Vides de jardín arrancadas de raíz, fuego
lavado, máscaras democráticas de gas. Obreros protestan en los toneles.
Caminas a través del busto de Sócrates, cuentas los días
por venir en las marcas de látigo en tu espalda. ETERNIDAD
tatúa la frente de una calavera y la cabeza de Plutarco sonríe
con los dientes solo para ti. Canto de una mano abierta que entona desde
un puño. Ojos, ambiente en la hoguera, los inacabados de la belleza.
Cada movimiento movido para la continuación.
Una Vida. Una Bala. Una Vida. Una Bala. Disparas
para perdonar al verdugo. Para decir una sola frase
con mil balas. Quebrar el yugo colonial.
Para flanquear rascacielos y derrocar el dinero. Bebes
el cacao, vientos alisios cortados por pesetas
españolas. Hipotecado. Vuelves a hipotecar. Una sola nube
para empañar las panorámicas del día. En el zócalo, en la media luz de la
madrugada, se alistan los escudos antidisturbios mientras el caballero
sujeta con fuerza la culata de su arma. Dispara. No dispares. Diciembre,
1963, en la Plaza de Santo Domingo, tus manos se estiran
a través de los barrotes del vagón del tren que partía diciendo: no
jeres ir. Polvo marrón en tu camisa amarilla ceñida como si piel.
La saliva se seca sobre Santa Ana en el Tepeyac. Piedra del rostro
de Porfirio al contemplar su propia tumba en Père Lachaise. Subes
a un bote para atracar en tu propia muerte. Siempre creyendo
que podrías volver, volviendo nunca. Derrocado por la Bola
del Hante. Amistad por traición. El 9 de febrero da la vuelta
dentro de tu calendario, se abre a diez años de tragedia.
El Pueblo Cambio manchado de sangre. Te quedaste mirando
el flujo de agua que va hacia el oeste, tan seguro de estar esperando,
que acabaran las balas de la revolución. Pero no acabaron.
Hasta ahora. Adolescentes compiten fuera del monumento
en un duelo de rap: ‘tu hermana es bonita como tu madre / Tu madre
está cansada hoy’. No te hace frente, el más grande enemigo.
Lo que significa acariciar al perro. Mañanas a las afueras del Jardín
Pushkin, están vendiendo pasta dental para Bowzer, vendiéndote,
lleva correa, con manos en bolsas de plástico como palas para mierda.
Bowzer, abajo, pero no, está dando vueltas por los antiguos
robles, olfateando túneles de orina, cagando en los jardines.
Hoy es un día de familia. Los niños fastidian caniches, una cruza
de escocés retuerce los testículos de un Boxer ante todo el mundo.
Amarte más que a un humano. Para evitar al vagabundo
tocando Greensleeves en una grabadora. Versión no oficial. Durante
la conquista, el mayor asesino de mexicanos fue el Alano.
Un conejo en la boca, solo para acostumbrarse al olor a sangre.
Para intimidar a Cuauhtémoc, sus pies oro quemado en el fuego.
Sueñas con un árbol tendido para convertirse en un camino.
Sueñas con un camino tendido para convertirse en un parque.
Tu esposa vende Takis y cigarros sueltos, garrafas de agua
de la llave, sellados con un sello azul gubernamental.
Una Ratona Mimí engordada le sigue a la espalda en La Viga.
Toda la basura de color utilizable esparcida sobre Navifiesta,
El rostro de Mugia en el paso subterráneo con la garganta
desdibujada. Es martes y te estás volviendo olvidadizo ya que
siempre hay demasiado que recordar. El Café Feliz,
cerrado, así que te sientas afuera, desenvainando una sonrisa hacia
el rostro de tu hija. Sueñas con ella tomando asiento
en la Universidad Conversa. Pero ella no quiere estudiar ahí.
En su centro, todas las ciudades mienten, lanzando hechizos sobre la idea
del progreso. Desplazarse hacia el este, pasando Agrícola Pantitlán.
La tienda en Zaragoza vende pastillas para los músculos. Un muñeco
de tamaño natural del Conan de Schwarzenegger (¿o es He-Man?)
se yergue orgulloso en el pavimento con sus oros de imitación. Nadie
más aquí, a excepción de dos amigas abrazándose en una sonrisa
bajo las bombas de PEMEX. Calles vaciadas por un volcán
de lluvia y el creciente crepúsculo. Sube el precio del petróleo. El centro
apenas aguanta y el nuevo gobierno (dicen los oráculos
de taxistas), apenas un poco mejor que el anterior.
Doblas la esquina. Un perro en Iztaccíhuatl se monta en una bandeja
de tacos, es golpeado de costado por la cara de una guitarra.
5646.4012. Nada más en la cartelera porque
todo el mundo sabe lo que significa. El número marcado
no conecta, nadie está comprando. Operación Escudo.
Operativo en la Ciudad Perdida. Extiende tus brazos
como una muñeca de plástico en la calle Lieja, rápido en el autobús
hacia Nezahualcóyotl ('Neza'), el ayuno dominical de los guerreros
impedido por los controles viales. Dos niños sujetan una bolsa de plástico
sobre el tablero, otro patea una pelota de fútbol contra una pared
manchada. Te preguntas a las distancias. ¿Por qué los links
de Wikipedia no cargan las fotos? En la frontera de Ciudad
de México y Puebla, dos mujeres limpian los baños, lanzan
cubetas de agua antes de colapsar en una pila de risas.
Tú que perdonarías al gran chingón, perdona
la destrucción de puentes. Quien pudiera construir para él
un nuevo puente, disfruta de la vitalidad pasiva de las flores
creciendo al lado de un tendedero, o higos secándose
en la rama de la cosecha. Extraño a sí mismo, ya nada extraño
para ti, como si el amor fuera tiempo destinado a
extender clavos de ataúd o de llamar desde la cruz a tu
águila caída. Heridas materiales del suelo. La tierra hablando
en tu oído como la Malinche en el ‘Tormento’ de Siqueiros
(siempre hay una mujer involucrada, ¿cierto? Falso).
El trueno hace eco del relámpago, líneas blancas chocan contra
la oscuridad. Sigues existiendo, pero te olvidas de mirar.
Una luna en diálogo con un sol que se cierra y la luz
preguntando: ¿qué están haciendo realmente ahí abajo? Huesos
por ojos, Mictlantecuhtli, dios de la muerte, en tu casa
cada día. Así que cuando llegue la muerte, no temas nada, ni
siquiera el templo del sacrificio del cuerpo. En la radio del autobús
un programa sobre los hablantes que quedan del Ayapa
que zanjaron sus disputas para salvar su lengua.
Las cruces dividen las colinas del puerto, pero el mundo
afuera es silencio. Enviaron sacerdotes con órdenes dialécticas
de Veracruz, no para preservar, sino para traducir la mente
a través de la tortura o la “conversión bíblica”. Pedro de Alvarado
golpea los ídolos, coloca una cruz sangrante sobre tu boca.
Lindo a Linda. El zócalo de Puebla hierve al sol.
Un jardinero poda los árboles con tijeras, gira, como siempre,
hacia la más hermosa de las jovencitas, la rama escapa al corte.
La raíz se estremece. Es lunes. Se acabó la fiesta. Niños
caminan de vuelta a la escuela a través de calles criptográficas.
Calle decimosexta. Septiembre. Pesadas puertas en duelo
dan hacia la catedral y al Museo Bello y Zetina. Justo
al fondo un círculo blanco alrededor de la instalación de un roble.
La placa menciona a una niña aplastada por la tormenta.
Sin nombre. Debajo del círculo, estudiantes en tiendas de campaña
bajo pancartas: LA VIOLENCIA SOBRE NOSOTROS ES UNA
FORMA DE CONTROL. ¿Quién era ella? ¿Quién era ella?
Todo crece, crece por encima. Pero la buganvilla
persiste, llevando más allá su brillante trauma. Nido de avispas
en los archivos de Von Humboldt, el “conquistador científico”.
Vive en una casa el tiempo suficiente y serás embrujado te dijiste.
El arbusto de mariposas llena el marco de la ventana en Oriente 5.
Si cavas debajo de la catedral, terminarás puliendo
viejos huesos. En las afueras de la ciudad, por una carretera de curvas,
el Encore Hotel hace eco del polvo del mango de un hacha. Un joven
en los campos, siete u ocho años, está parado sobre los pies
de sus padres, alto como las hojas de maíz. Su rostro, ansioso bajo
un ardiente embiste de sol, en convertir la hoja, la tierra, la sangre
en dinero, en convertirse en un hombre, o algo parecido.
Desde la sombra de la piedra, tu corazón se alza a La Casa
del Sol y te has ido, en una lluvia de afiladas
plumas. Renunciar al cuerpo, no luchar por su vida.
Tu corazón es un regalo, tu sangre llevada como preciosa
agua a través de una ciudad. Atado por el destino como a la losa,
donde luchas como un guerrero con garrotes por brazos.
Crees que la muerte es ensayo, luz ofrecida, sacrificio
al quinto sol. Para que el cielo nos inhale como humo,
semillas de hueso. Intercambios de insignias de los cautivos,
flores, pipas de tabaco. Te despiertas en el autobús, de la vatídica
serpiente de un sueño. ¿A quién viste anoche? Pregunta
tu padre. Le cuentas la mentira de no haber visto nada.
El hijo de Sor Juana se volvió el Coco. Tu vives
en la cantera de la favela, pero hay nuevos por aquí.
Un camión de Coca Cola lleno de base sin cortar
en Juárez, te atraparon, te mandaron abajo a Puebla,
calla: órdenes de los jefes, del juez. Extrañas el pescado
de Sinaloa, caminar del zócalo al parque y de vuelta,
contar las horas en una carátula de reloj rota. Pasa
una semana, padrotes del hotel corren tras el dinero, les muestras
a las chicas el tatuaje de tu sortija de matrimonio, crean una empresa
de construcción. La coca húmeda se seca en sacos de cemento, cuerpos
húmedos en bolsas, el depósito se convirtió en un relleno sanitario.
Anillos para la antigüedad. Te cortas los relojes de ti mismo.
Dormir en la espiral de la sombra de un estanque de lluvia. Azul
el ojo de Huitzilopochtli mira a través de su cráneo; subsuelo
de la ciudad, un sol irrumpe para calmar la inundación. Amplificas,
la piedra en el martillo, cosas del botín español para construir museos.
Abriendo la visera del arma, sonrió, su rostro, no araña
o cobra, lo Innominable, pero persistente como hojas de cactus
creciendo desde la mera roca. Para graznar dentro de la Casa
de las Águilas, para partirte en lo demudado. En Garibaldi,
los estadounidenses no pueden entender por qué tienes que pagar
por la serenata. El mariachi sujeta una cuerda con sus dientes.
Un vendedor ambulante de chatarra te pide tus tortillas. Tu mano
sobre tu plato, pero el cocinero lo aleja con un trapo.
Fuerza Atemporal. Los cactus de Trotsky. Dar fuerza.
Un pozo de los deseos el rublo cae en cruz. Una espina extraviada
atraviesa la hoja. Natalia sueña la rosa de Frida y conspiran
en secreto. Excursiones al Popocatépetl para ver a un chico
empacando mierda de caballo, madereros en las rutas de Paso
de Cortés. Si me tocas no sangraré, dijo, pero lo hizo.
Los rifles hacen eco a través de la cocina, los diales de un transistor
revueltos, el corte de Ediphone, una máquina de escribir de madera
quemada en el patio. Recoges el pañuelo rojo de Lenin,
te limpias la frente y esperas la bala de plata.
Mañana, un temblor de lluvia y, ahora, este soplo de sol.
Un gallo en tu jardín mira boquiabierto a través del humo.
En el muro con un grafiti IMEXICO de el al Jibes, una niña,
tal vez de quince, posa en medias de red, sostén push-up,
sudadera con capucha BABE. Su novio/amigo mueve la cámara,
y otra mujer, desinteresada, sostiene el reflector
plateado. Miras, comiendo tus enchiladas de turista,
Mystify Me sonando en las bocinas. Ella atrae
una pequeña multitud de adolescentes, que le gritan ‘puta, puta’,
algo incómodo. Ella les sonríe. La pose de catálogo
se desvanece a medida que recogían para el siguiente bloque. Miras
de vuelta a la pared. ‘Heroes for One Day’ de Bowie,
el habla burbujeante sobre los ojos blancos de la Parca
disfrazada de Spiderman. ‘Hermana’ grabado en la red.
Ojo de dios. La mirada de los dioses. Ídolo principal, mantiene
el mal a raya, se balancea de lado a lado en tu tablero
por toda la ciudad hasta el faro fijo del aeropuerto.
Los huicholes creían que lo oculto se hace más claro,
pero hoy, mañana, ¿cómo sabrías a qué se parece
la claridad? Tu rostro se nubla en el espejo, una boca abierta
aferrándose a la sed. Como si las ideas de Villaurrutia sobre el amor pudieran
salvarte. Sonríe a la llanura del desierto rodando más allá de los distantes
volcanes. Sales del auto, le das una propina generosa al conductor, sientes
su vergüenza. En la puerta de salidas, hijas, hijos,
a Houston, Dallas o California. Y tú los sigues,
a través del cristal traslúcido de una puerta, de vuelta a tus límites conocidos.
Dolor de cuello en LAX. Seguridad de frontera. Todavía técnicamente
en territorio mexicano (la mitad de la tierra del país arrebatada).
El guardia con el ceño fruncido sostiene tu pasaporte como un joyero
trabajando en una filigrana y pregunta, sabiendo de sobra,
por qué se le negó la entrada el año pasado. ‘Libia’, respondes.
‘Oh’, dice, pidiéndote que te quites las gafas, comprobando,
con la atención de una ardilla la fotografía, la visa
de diez años. ‘Siempre me pregunté por qué ese loco dictador tenía tanto
dinero’. Te quedas en silencio, pensando en su jefe y la extraña
sencillez de una placa de identificación. ‘Josh, dices: ‘Me pregunto
por qué la mitad la gente en México vive con menos de un dólar al día’.
Pero ya es muy tarde. Él te evita ahora, coloca su sello.
[Traducción de Gustavo Osorio de Ita]