Una conversación con James Byrne

El poeta británico James Byrne (Buckinghamshire, 1977) conversó sobre su poética con Alí Calderón. Leemos aquí también algunos de sus poemas, una serie de textos de tema mexicano. Byrne ha escrito Everything that is Broken Up Dances (2015), White Coins (2015), y Blood/Sugar (2009). Fue invitado del Festival Internacional de Poesía de la CDMX en el 2018. Actualmente es el editor internacional de Arc Publications y de la revista de poesía The Wolf. La traducción de los poemas y de la entrevista es de Gustavo Osorio de Ita.

 

 

 

 

Alí Calderón

Podemos pensar que existen ciertos principios universales en la poesía, pero que también existen –según la tradición literaria de cada país y lengua–​​ algunas​​ particularidades para valorar un poema. A partir de​​ esto​​ te​​ pregunto ¿qué valores​​ posee​​ un buen poema contemporáneo?

James Byrne

Crecí con el plan de estudios británico que es, en sí mismo, extremadamente limitante. Alfred Tennyson, William Wordsworth, Philip Larkin, todos esos grandes hombres (a mí me disgustaba​​ particularmente​​ el miserablismo de Larkin).

Puede que haya habido​​ quizás​​ un poema de Ted Hughes que iluminó mis ojos de quince años, pero eso fue​​ acaso​​ lo más cercano a lo contemporáneo que estuve. En la escuela,​​ la​​ poesía​​ era enseñada​​ como una especie de prueba de memoria anti-imaginativa, lo​​ cual​​ siempre​​ me desanimaba.

Cuando me mudé a Londres,​​ unos años más tarde, descubrí la​​ Poetry Library​​ en​​ Londres. Me abrió a algo​​ que se me había negado​​ previamente; una gama de​​ propuestas​​ y formas estéticas, la paleta artística completa. Esto me ayudó a considerar que hay varias formas de escribir algo “bueno”, dependiendo de cómo uses la paleta.​​ Aún​​ creo​​ en​​ esto.

Quizás la palabra​​ “valor”​​ suprime​​ las posibilidades de la imaginación. ¿Qué es valioso en el arte? El oligarca ruso Roman Abramovich posee más Picassos que cualquier​​ otra persona. ¿Crees que le importa​​ algo​​ el “período azul” de Picasso? ¿William Blake atribuyó “valor” a sus creaciones artísticas?​​ Él creía​​ estar conversando con el​​ arcángel Gabriel. Sólo un puñado de personas asistieron a la única exposición de Blake, en la tienda de calcetería de sus padres en las afueras de​​ Soho,​​ en​​ Londres.

 

A mí lo que más me interesa es el lenguaje: sus ideas, su(s)​​ canción(es), su musicalidad, su misterio, no su valor. Lo que un país podría valorar en términos de estética poética podrá​​ ser menos importante que​​ en​​ otro, sí, pero la demografía nacional como marcador de la estética literaria​​ resulta también​​ cuestionable. Todos los países tienen sus guerras poéticas, todas las naciones sus agendas propagandistas e intereses nacionalistas. A veces resulta difícil​​ posicionar​​ el arte y la cultura dentro de estos marcos. Si bien se puede considerar que los poemas pertenecen a una función particular del lenguaje, también pueden ser cuestionados por las expectativas estéticas dentro de un lenguaje y su tradición.

Un​​ “buen poema”​​ se puede hacer de varias maneras,​​ simplemente​​ al corresponderse​​ con el lenguaje que​​ lo conforma. Puede hacer una contribución. Tengo la sensación de que ésta es la ambición de la mayoría de los poetas. Sin embargo, un gran poema a menudo va en contra de la tradición o la cultura de alguna manera. Puede extender o trascender la tradición literaria de donde​​ proviene. Pero, por supuesto, esos poemas son raros. Blake​​ yendo más allá de​​ las calles de Londres para​​ aventurarse​​ por las calles de una Jerusalén imaginada sería un​​ obvio​​ ejemplo​​ de esto. Los grandes poemas para mí implican​​ frecuentemente​​ la transformación de nuestras propias expectativas y son capaces de cambiarnos, o despertarnos y, por​​ lo​​ tanto,​​ de​​ transformar nuestra comprensión de lo que el lenguaje es capaz de hacer.

 

Alí Calderón

¿Qué está​​ ya caduco? ¿Qué ha dejado de tener prestigio en la escritura poética?

James Byrne

 

El cliché de​​ que se recoge lo que se siembra tiene algo que ver aquí.​​ Yo habría pensado que el​​ insulso y egocéntrico​​ confesionalismo,​​ demasiado enfocado en el habla, o​​ ese​​ prosaico​​ corte de la lógica (para usar el brutal término de Ezra Pound) podrían haber llegado a su fin,​​ sin embargo, por supuesto, cada año se publican​​ y elogian​​ poemas​​ con​​ estas formas; algunos​​ conforman libros​​ enteros. Entonces debe haber una demanda para ello. Y ciertamente hay un conglomerado de premios corporativistas literarios listos para colgar sus​​ medallas. Algunas personas incluso afinan sus poemas para recibir este tipo de elogios, lo que me parece absurdo.

¿Qué está​​ ya caduco?​​ Me parece que el soneto​​ no​​ ha desaparecido​​ nunca​​ en​​ el panorama​​ anglófono. Debe​​ de ser porque existe​​ un lugar para ello y ciertamente​​ esto​​ ha influido enormemente en la tradición de los poemas líricos cortos en inglés.

¿Es la rima un crimen? (La rima​​ dura,​​ de colisión frontal,​​ ha sido, al menos, sospechosa​​ desde hace​​ mucho tiempo).

Me parece que,​​ justo cuando descartas algo, puede reaparecer, como si hubiera​​ sido​​ cultivado para que parezca nuevo.​​ Aun​​ así, podría preguntar: ¿sobre qué podemos escribir más allá del amor, el sexo, la muerte y la naturaleza? ¡Y cuánto material hay en estos temas! (que a su vez están dando vueltas en nuestras vidas, sin fecha​​ de caducidad​​ porque son perennes).

 

 

Alí Calderón

Si asumimos que la tradición no se hereda sino que se elige, ¿Quiénes son los poetas de los que aprendiste a escribir poesía y qué te enseñaron?

James Byrne

Vladimir Mayakovksy me enseñó el juego lúdico y la sátira. Paul Celan, que se podía escribir en otro idioma y cambiarlo. Mina Loy me invitó a escuchar​​ el tono perfecto.​​ Lo que​​ significa​​ crear, como ella defendía, “el sonido de una idea”.

Los poetas británicos Ted Hughes y Geoffrey Hill me engañaron por​​ vez​​ primera cuando era un poeta joven, sólo para​​ alejarme después​​ con sus versiones del tribalismo británico.​​ Pound​​ y H.D.​​ también llegaron​​ muy​​ temprano, aprecio el mito del lugar en su obra (Hugh Selwyn Mauberly es una de las grandes despedidas de Londres, 'The Walls Do Not Fall' uno de los poemas bélicos pacifistas más extraordinarios). Octavio Paz es tan importante​​ para mí​​ como T.S. Eliot. David Gascoyne por lo​​ surreal​​ vuelto​​ realidad. Y,​​ de​​ forma​​ similar, Peter Redgrove, quien me pidió que celebrara​​ con él​​ el misterio del sueño.​​ La revelación del​​ no saber, de escribir lo que no sabes pero puedes percibir. Esta es​​ solamente​​ una breve lista de​​ mis​​ tempranas​​ y​​ principales influencias.

Hoy en día, muchos poetas contemporáneos me ayudan constantemente a aprender más sobre poesía.​​ De hecho, hay tantos buenos poetas escribiendo hoy en día que no hay excusa​​ alguna​​ para menospreciar la poesía en el sentido contemporáneo. Simplemente hay que encontrar a los grandes poetas. De los muchos que podría mencionar,​​ que escriben en inglés y​​ que lo han hecho​​ por diferentes motivos, me han influenciado Forrest Gander, Valzhyna Mort, Sandeep Parmar, Niall McDevitt, Chris McCabe, Robert Sheppard, Bhanu Kapil e Ilya Kaminsky.

 

Alí Calderón

Desde el punto de vista técnico, ¿qué te interesa hacer con los poemas?

James Byrne

Todo por el poema. Pero,​​ de manera​​ general, me interesa la música, el collage, la imagen, el cine, la ruptura, la desorientación, el flujo,​​ el escuchar a medias​​ y los​​ cortes de salto.

(nota: estos no son términos necesariamente técnicos. Así que podría agregar… la línea (como peso/aliento), la estrofa (como habitación/espacio), la ruptura (como desgarro/bisagra)).

 

Alí Calderón

De acuerdo a​​ tu perspectiva, ¿hacia dónde va la poesía?

James Byrne

Las ventas han aumentado, lo que es bueno para los editores y para la idea de tener lectores. Sin embargo, como he escrito anteriormente, la corriente principal sigue siendo​​ el​​ movimiento que no quiere moverse a parte​​ alguna​​ (estéticamente,​​ con frecuencia​​ parece aterrorizado por la complejidad​​ –es decir,​​ hasta donde​​ comprendo, del arte escrito como un​​ antagónico​​ a la​​ literacidad–​​ aunque, por supuesto, el mundo en general se vuelve cada vez más complejo)

La gente siempre querrá escribir poemas, eso​​ es​​ lo​​ que​​ sabemos. Mantener el número de lectores y apoyar a los editores mientras se hace esto parece clave. No podemos confiar en el Estado, con sus estrategias anti-imaginativas​​ y sus​​ antisépticos tanques de cerebros. Pero también vivimos en una sociedad en gran medida tonta y que no se avergüenza de hablar una mera fracción del idioma.​​ Eso sin mencionar​​ la agenda capitalista general contra la​​ literacidad. En este clima, mi preocupación es que las editoriales​​ –particularmente las pequeñas e independientes, de las que se compone principalmente la poesía–​​ puedan desaparecer y que haya todo este​​ impresionante​​ trabajo disponible, pero​​ que​​ cada vez haya menos lugares​​ dónde​​ leerlo.

 

Alí Calderón

¿Cuál es el papel de la poesía en las sociedades contemporáneas?

James Byrne

 

Quizás esto se relacione con​​ la​​ última parte​​ de mi respuesta anterior:​​ hablaba​​ con un amigo esta​​ misma​​ mañana sobre cómo, en un momento de recortes generales en​​ el apoyo a​​ las artes, se están abriendo​​ fuentes​​ de financiación en Inglaterra para el lenguaje poético​​ en tanto​​ interpretación digital y​​ para la​​ poesía​​ que​​ realiza la función del lenguaje dentro de un espacio social. Poemas​​ comisionados​​ para​​ videojuegos, para​​ dispositivos​​ de realidad virtual, poemas​​ en​​ espacios públicos vacíos en zonas desfavorecidas. Poemas en vallas publicitarias o pasos subterráneos donde antes reinaban los​​ grafitis. Ese tipo de cosas​​ son, en principio, algo bueno, una forma de ampliar las formas de la poesía. Podría volverse más frecuente en el futuro y está aumentando en Inglaterra ahora mismo. Por bueno que parezca, también es un alejamiento del libro y, en el peor de los casos, puede​​ llegar a hacer​​ del poema un​​ mero​​ fragmento de sonido o un​​ divertimento. También podría​​ tratarse de​​ una forma​​ en​​ que los presupuestos estatales​​ redistribuyen​​ fondos​​ para​​ proyectos, alejándolos de la publicación de​​ libros o​​ de las​​ editoriales mientras se lavan las manos diciendo que todavía apoyan proyectos de alfabetización o literatura. Nunca tomo demasiado en serio al Estado cuando pretende proteger la alfabetización o la educación.​​ Mira cómo​​ se ha vendido la educación superior.

Aparte de esto, supongo que​​ persiste​​ la idea de que la poesía tiene una función curativa,​​ la cual​​ la mayoría de la gente todavía vende o promueve. Pero​​ esa​​ no es​​ mi intención para escribir.

 

Alí Calderón

Permíteme hacer una analogía con la música. Cuando escribes tus poemas, ¿a qué cantante o banda te gustaría sonar?

James Byrne

¡Qué pregunta tan​​ fuerte! Bueno, nunca había pensado en eso al escribir un poema. La canción y el cantante​​ son​​ el poema mismo.

Todo menos Coldplay. ¿Joe Strummer en la guitarra rítmica golpeando​​ con​​ su​​ pierna izquierda como un taladro eléctrico? Escucho música todo el tiempo, desde clásica hasta indie y pop.​​ Concuerdo con Nietzsche cuando​​ dice​​ que “la vida sin música sería un error”. Tiendo a buscar música de África occidental, particularmente de Mali y Senegal, para entender el ritmo, incluso la emotividad de la voz.

Esta misma mañana estaba enseñando poesía de Nathaniel Mackey, quien​​ sostiene​​ que su lenguaje se deja llevar por los ritmos y el pulso de la música (hace eco de la idea del pulso a través de la teoría de Victor Zuckerkandl en​​ Sound and Symbol). Curiosamente, Mackey también​​ ha dicho​​ que puede escribir después de recibir el ritmo de una canción en un idioma que no comprende, lo​​ cual​​ revela la conectividad de la canción,​​ pero también quizás los peligros del​​ apropiamiento,​​ de lo cual​​ el propio Mackey​​ se muestra​​ consciente y espero​​ yo​​ también.

A menudo, antes del acto de escribir, cuando​​ me encuentro​​ al borde de un poema,​​ confío en que hay un ritmo esperando que yo entre en la página en blanco, así que​​ no hago nada salvo​​ mirar​​ fijamente su vasto espacio vacío,​​ y​​ escucho​​ esa canción que quiere que toque. Gran parte de mi poesía proviene del escuchar, particularmente​​ prestando atención​​ al​​ sonido y​​ al ritmo.​​ Ahí​​ hay que prestar atención, pero dentro de​​ ello​​ se encuentran también​​ el descubrimiento o la oportunidad. Con frecuencia, este acto de escuchar​​ me​​ conduce a través de la escritura del poema.​​ He encontrado​​ la música que quiero escribir, el tono y el tenor​​ e intento​​ dejar que la canción del poema suene y que​​ resuene a través de mi cuerpo. La escritura es la ritualización repetida de este proceso.

El sonido en sí es una especie de lenguaje, en el sentido de que algo se transmite.​​ ¿Pero​​ acaso el sonido se transmite a​​ través del cuerpo​​ hacia el​​ pensamiento, o viceversa? (Esto​​ me recuerda​​ al “sonido de una idea” de Loy,​​ pero también a la “Logopoeia” de Pound: “la danza del intelecto”, aunque prefiero la idea de bailar con la imaginación a las jerarquías implícitas en la construcción del intelecto).

 

Alí Calderón

En cuanto a tonos, temas, tópicos o procedimientos de construcción, ¿en​​ qué​​ contribuye​​ la poesía contemporánea en tu lengua a la poesía internacional?

James Byrne

Supongo que aquí debemos recurrir al canon literario para llevar​​ bien​​ la cuenta.​​ A mí​​ me interesa qué está canonizado y qué no. Los planes de estudio existen​​ ahí,​​ en algún lugar entre la propaganda y la distorsión narrativa.

Por lo general​​ es lo periférico​​ lo​​ que me interesa. Sin embargo, para​​ que sea​​ leído internacionalmente habría que traducirlo, ¿cierto?

Si nos fijamos en la poesía irlandesa (soy​​ mitad​​ irlandés), debe haber​​ numerosas​​ traducciones de Seamus Heaney al español. Pero, en mi opinión, Michael Hartnett es el poeta irlandés más interesante. Heaney es un técnico brillante, sí, pero nunca escribió nada lo suficientemente desquiciado, así que​​ yo​​ no puedo confiar en él.​​ Posee​​ demasiado sentido en un mundo que no lo tiene, o​​ que​​ no siempre lo tiene.

Solía hablar de esto con Niall McDevitt, otro poeta irlandés que, lamentablemente, falleció​​ hace poco. Niall fue uno de los grandes poetas irlandeses del siglo XXI;​​ alguien que debería ser más conocido internacionalmente. Él mismo era un​​ hombre de mundo​​ que había leído en Irak,​​ que había​​ escrito sobre Babilonia, Jerusalén y Palestina, además de​​ haber superado​​ con frecuencia a los ingleses,​​ en tanto​​ irlandés que vivía en Londres. Pero Niall​​ nunca​​ fue invitado a tal o cual por el Consejo de las Artes​​ o instituciones semejantes, por lo que probablemente nunca hayas oído hablar de él. Esto se remonta a lo que decía antes​​ en torno a​​ la configuración​​ de la agenda cultural y el corporativismo literario. A menudo,​​ funciona​​ para proteger un tipo de poética menos ambiciosa, algo seguro y aceptable que pueda reforzar los estereotipos sociales o culturales y no buscar cuestionarlos o desafiarlos.

Los poemas más interesantes que surgen de cualquier cultura o idioma son aquellos que no necesariamente replican, esencializan o intentan encarnar​​ esa misma​​ experiencia cultural. También son​​ periféricos​​ en​​ torno a​​ la monotonía de los marcos e ideologías nacionales,​​ las cuales siempre los miran con sospecha​​ (a menudo también​​ a​​ su​​ escritura misma).

Hoy en día,​​ Bhanu Kapil está investigando el archivo de Margaret Thatcher en Cambridge. Ese es el tipo de​​ contribución​​ que quiero leer. Sandeep Parmar acaba de reescribir​​ Fausto. Ishion Hutchinson me envió recientemente un ensayo excepcional sobre su viaje a Kenia. Un poeta jamaicano que escribe sobre cualquier cosa que desee,​​ superando​​ cualquier tipo de marco nacional o cultural, pero que, si así lo desea, pueda también elegir contribuir a ello​​ (como lo ha hecho Ishion).

El lenguaje es un festín móvil. Es nuestra mejor contribución hacia una comprensión compartida de la humanidad. El inglés es sólo una parte de esto. Una de las cosas interesantes del lenguaje poético es que muchos de los escritores más interesantes​​ no​​ están escribiendo​​ hoy​​ en inglés.

 

[Traducción de Gustavo Osorio de Ita]

 

 

 

***

 

 

 

Ciudad de México ​​  Puebla Ciudad de México

 

 

 

 

 

Una huella de barro se fosiliza en el BIENVENIDO

del tapete en Puebla/Acapulco. ¡BIENVENIDOS! ¿Qué

piensa dentro de un traje de acero, con colgantes de jade falso?

La mentira de la amistad se extiende como​​ echeverría.

Huesos de tule de Cortés enterrados bajo los sensoriales

jardines de Chapultepec. La corteza del aliento intoxica

un lago quimizado. Doña Marina susurra a través de

la sordera del oído de Moctezuma. ¿Qué hace resonar la piel

para maravillarse ante una ciudad flotante por posesión, árboles

sacudidos en el fuego?​​ Mala Madre. Serpiente blanca diseca

las hojas verdes. Cortés, que quiere decir afable, educado.

Nombres, rostros, lavados, como limpios en agua sucia.

 

 

 

 

 

 

 

 

De pie en Tenochtitlán hace quinientos años,

¿qué viste, Bernal, más allá de plumas, capas,

mercancías?​​ Esclavos machos y hembras para ser vendidos

en el mercado. Blanca torre de la historia. Agujeros negros.

Los espacios entre tus dientes deletrean la muerte. Lo que

entiendes por el significado del dinero es multifacético,

como la idea cíclica de la conquista de Paz. No hay tal cosa​​ 

como lograrlo, sólo tomarlo de la boca del mundo.

Policonsciente, como si pudieras fusionar los ojos mirando

en su ojo. Mesoamérica en FOX en tu televisión,

disneyficando a los niños.​​ Pero cuando, pero

perdido.​​ Bernal, ¿qué fue lo que viste en el camino?

 

 

 

 

 

 

Cara en la cuchilla del espejo, muralizada, los ojos​​ 

de Armstrong lloran sobre los controles. Como si alguien pudiera​​ 

controlar las estrellas (Woodrow lo intentó: primero ajustas el

control económico decía, después controlas los asuntos internos​​ 

de otro país). Vides de jardín arrancadas de raíz, fuego

lavado, máscaras democráticas de gas. Obreros protestan en los toneles.

Caminas a través del busto de Sócrates, cuentas los días

por venir en las marcas de látigo en tu espalda.​​ ETERNIDAD

tatúa la frente de una calavera y la cabeza de Plutarco sonríe

con los dientes solo para ti. Canto de una mano abierta que entona desde

un puño. Ojos, ambiente en la hoguera, los inacabados de la belleza.

Cada movimiento movido para la continuación.

 

 

 

 

 

 

 

Una Vida. Una Bala.​​ Una Vida. Una Bala.​​ Disparas

para perdonar al verdugo. Para decir una sola frase

con mil balas. Quebrar el yugo colonial.

Para flanquear rascacielos y derrocar el dinero. Bebes

el cacao, vientos alisios cortados por pesetas​​ 

españolas.​​ Hipotecado. Vuelves a hipotecar. Una sola nube

para empañar las panorámicas del día. En el zócalo, en la media luz de la

madrugada, se alistan los escudos antidisturbios mientras el​​ caballero

sujeta con fuerza la culata de su arma. Dispara. No dispares. Diciembre,

1963, en la Plaza de Santo Domingo, tus manos se estiran

a través de los barrotes del vagón del tren que partía diciendo:​​ no

jeres ir. Polvo marrón en tu camisa amarilla ceñida como si piel.

 

 

 

 

 

 

La saliva se seca sobre Santa Ana en el Tepeyac. Piedra del rostro​​ 

de Porfirio al contemplar su propia tumba en Père Lachaise. Subes

a un bote para atracar en tu propia muerte. Siempre creyendo

que podrías volver, volviendo nunca. Derrocado por​​ la Bola

del Hante. Amistad por traición. El 9 de febrero da la vuelta

dentro de tu calendario, se abre a diez años de tragedia.

El Pueblo Cambio​​ manchado de sangre. Te quedaste mirando

el flujo de agua que va hacia el oeste, tan seguro de estar esperando,

que acabaran las balas de la revolución. Pero no acabaron.

Hasta ahora. Adolescentes compiten fuera del monumento​​ 

en un duelo de rap:​​ tu hermana es bonita como tu madre / Tu madre

está cansada hoy’. No te hace frente, el más grande enemigo.

 

 

 

 

 

 

Lo que significa acariciar al perro. Mañanas a las afueras del​​ Jardín

Pushkin, están vendiendo pasta dental para Bowzer, vendiéndote,

lleva correa, con manos en bolsas de plástico como palas para mierda.

Bowzer, abajo, pero no, está dando vueltas por los antiguos

robles, olfateando túneles de orina, cagando en los jardines.

Hoy es un día de familia. Los niños fastidian caniches, una cruza

de escocés retuerce los testículos de un Boxer ante todo el mundo.

Amarte más que a un humano. Para evitar al vagabundo

tocando Greensleeves en una grabadora. Versión no oficial. Durante

la conquista, el mayor asesino de mexicanos fue el Alano.

Un conejo en la boca, solo para acostumbrarse al olor a sangre.

Para intimidar a Cuauhtémoc, sus pies oro quemado en el fuego.

 

 

 

 

 

 

 

Sueñas con un árbol tendido para convertirse en un camino.

Sueñas con un camino tendido para convertirse en un parque.

Tu esposa vende​​ Takis​​ y cigarros sueltos, garrafas de agua

de la llave, sellados con un sello azul gubernamental.

Una Ratona Mimí engordada le sigue a la espalda en​​ La Viga.

Toda la basura de color utilizable esparcida sobre​​ Navifiesta,

El rostro de Mugia en el paso subterráneo con la garganta​​ 

desdibujada. Es martes y te estás volviendo olvidadizo ya que

siempre hay demasiado que recordar. El​​ Café Feliz,

cerrado, así que te sientas afuera, desenvainando una sonrisa hacia

el rostro de tu hija. Sueñas con ella tomando asiento

en la Universidad Conversa. Pero ella no quiere estudiar ahí.

 

 

 

 

 

 

 

En su centro, todas las ciudades mienten, lanzando hechizos sobre la idea

del progreso. Desplazarse hacia el este, pasando​​ Agrícola Pantitlán.

La tienda en Zaragoza vende pastillas para los músculos. Un muñeco

de tamaño natural del Conan de Schwarzenegger (¿o es He-Man?)

se yergue orgulloso en el pavimento con sus oros de imitación. Nadie

más aquí, a excepción de dos amigas abrazándose en una sonrisa

bajo las bombas de PEMEX. Calles vaciadas por un volcán

de lluvia y el creciente crepúsculo. Sube el precio del petróleo. El centro

apenas aguanta y el nuevo gobierno (dicen los oráculos

de taxistas), apenas un poco mejor que el anterior.

Doblas la esquina. Un perro en Iztaccíhuatl se monta en una bandeja

de tacos, es golpeado de costado por la cara de una guitarra.

 

 

 

 

 

 

 

5646.4012. Nada más en la cartelera porque

todo el mundo sabe lo que significa. El número marcado

no conecta, nadie está comprando. Operación​​ Escudo.

Operativo en la​​ Ciudad Perdida. Extiende tus brazos

como una muñeca de plástico en la calle Lieja, rápido en el autobús

hacia Nezahualcóyotl ('Neza'), el ayuno dominical de los guerreros

impedido por los controles viales. Dos niños sujetan una bolsa de plástico

sobre el tablero, otro patea una pelota de fútbol contra una pared

manchada. Te preguntas a las distancias. ¿Por qué los links​​ 

de Wikipedia no cargan las fotos? En la frontera de Ciudad

de México y Puebla, dos mujeres limpian los baños, lanzan

cubetas de agua antes de colapsar en una pila de risas.

 

 

 

 

 

 

 

Tú que perdonarías al gran​​ chingón, perdona

la destrucción de puentes. Quien pudiera construir para él

un nuevo puente, disfruta de la vitalidad pasiva de las flores

creciendo al lado de un tendedero, o higos secándose

en la rama de la cosecha. Extraño a sí mismo, ya nada extraño

para ti, como si el amor fuera tiempo destinado a

extender clavos de ataúd o de llamar desde la cruz a tu

águila caída. Heridas materiales del suelo. La tierra hablando

en tu oído como la Malinche en el​​ Tormento​​ de Siqueiros

(siempre hay una mujer involucrada, ¿cierto? Falso).

El trueno hace eco del relámpago, líneas blancas chocan contra

la oscuridad. Sigues existiendo, pero te olvidas de mirar.

 

 

 

 

 

 

 

Una luna en diálogo con un sol que se cierra y la luz

preguntando: ¿qué están haciendo realmente ahí abajo? Huesos

por ojos, Mictlantecuhtli, dios de la muerte, en tu casa

cada día. Así que cuando llegue la muerte, no temas nada, ni

siquiera el templo del sacrificio del cuerpo. En la radio del autobús

un programa sobre los hablantes que quedan del Ayapa

que zanjaron sus disputas para salvar su lengua.

Las cruces dividen las colinas del puerto, pero el mundo

afuera es silencio. Enviaron sacerdotes con órdenes dialécticas

de Veracruz, no para preservar, sino para traducir la mente

a través de la tortura o la “conversión bíblica”. Pedro de Alvarado

golpea los ídolos, coloca una cruz sangrante sobre tu boca.

 

 

 

 

 

 

 

Lindo a Linda. El zócalo de Puebla hierve al sol.

Un jardinero poda los árboles con tijeras, gira, como siempre,

hacia la más hermosa de las jovencitas, la rama escapa al corte.

La raíz se estremece. Es lunes. Se acabó la fiesta. Niños

caminan de vuelta a la escuela a través de calles criptográficas.

Calle decimosexta.​​ Septiembre. Pesadas puertas en duelo

dan hacia la catedral y al Museo Bello y Zetina. Justo

al fondo un círculo blanco alrededor de la instalación de un roble.

La placa menciona a una niña aplastada por la tormenta.

Sin nombre. Debajo del círculo, estudiantes en tiendas de campaña

bajo pancartas:​​ LA VIOLENCIA SOBRE NOSOTROS ES UNA

FORMA DE CONTROL. ¿Quién era ella?​​ ¿Quién era ella?

 

 

 

 

 

 

 

Todo crece, crece por encima. Pero la buganvilla

persiste, llevando más allá su brillante trauma. Nido de avispas​​ 

en los archivos de Von Humboldt, el “conquistador científico”.

Vive en una casa el tiempo suficiente y serás embrujado te dijiste.

El arbusto de mariposas llena el marco de la ventana en Oriente 5.

Si cavas debajo de la catedral, terminarás puliendo

viejos huesos. En las afueras de la ciudad, por una carretera de curvas,

el Encore Hotel hace eco del polvo del mango de un hacha. Un joven

en los campos, siete u ocho años, está parado sobre los pies

de sus padres, alto como las hojas de maíz. Su rostro, ansioso bajo

un ardiente embiste de sol, en convertir la hoja, la tierra, la sangre

en dinero, en convertirse en un hombre, o algo parecido.

 

 

 

 

 

 

 

Desde la sombra de la piedra, tu corazón se alza a La Casa​​ 

del Sol y te has ido, en una lluvia de afiladas

plumas. Renunciar al cuerpo, no luchar por su vida.

Tu corazón es un regalo, tu sangre llevada como preciosa

agua a través de una ciudad. Atado por el destino como a la losa,

donde luchas como un guerrero con garrotes por brazos.

Crees que la muerte es ensayo, luz ofrecida, sacrificio

al quinto sol. Para que el cielo nos inhale como humo,

semillas de hueso. Intercambios de insignias de los cautivos,​​ 

flores, pipas de tabaco. Te despiertas en el autobús, de la vatídica

serpiente de un sueño. ¿A quién viste anoche? Pregunta

tu padre. Le cuentas la mentira de no haber visto nada.

El hijo de Sor Juana se volvió el Coco. Tu vives

en la cantera de la favela, pero hay nuevos por aquí.

Un camión de Coca Cola lleno de base sin cortar​​ 

en Juárez, te atraparon, te mandaron abajo a Puebla,​​ 

calla: órdenes de los jefes, del juez. Extrañas el pescado​​ 

de Sinaloa, caminar del zócalo al parque y de vuelta,

contar las horas en una carátula de reloj rota. Pasa

una semana, padrotes del hotel corren tras el dinero, les muestras

a las chicas el tatuaje de tu sortija de matrimonio, crean una empresa​​ 

de construcción. La coca húmeda se seca en sacos de cemento, cuerpos​​ 

húmedos en bolsas, el depósito se convirtió en un relleno sanitario.

Anillos para la antigüedad. Te cortas los relojes de ti mismo.

 

 

 

 

 

 

 

Dormir en la espiral de la sombra de un estanque de lluvia. Azul

el ojo de Huitzilopochtli mira a través de su cráneo; subsuelo​​ 

de la ciudad, un sol irrumpe para calmar la inundación. Amplificas,

la piedra en el martillo, cosas del botín español para construir museos.

Abriendo la visera del arma, sonrió, su rostro,​​ no araña

o cobra,​​ lo Innominable, pero persistente como hojas de cactus

creciendo desde la mera roca. Para graznar dentro de la Casa

de las Águilas, para partirte en lo demudado. En Garibaldi,

los estadounidenses no pueden entender por qué tienes que pagar

por la serenata. El mariachi sujeta una cuerda con sus dientes.

Un vendedor ambulante de chatarra te pide tus tortillas. Tu mano

sobre tu plato, pero el cocinero lo aleja con un trapo.

 

 

 

Fuerza Atemporal. Los cactus de Trotsky. Dar fuerza.

Un pozo de los deseos el rublo cae en cruz. Una espina extraviada​​ 

atraviesa la hoja. Natalia sueña la rosa de Frida y conspiran

en secreto. Excursiones al Popocatépetl para ver a un chico

empacando mierda de caballo, madereros en las rutas de Paso

de Cortés. Si me tocas no sangraré, dijo, pero lo hizo.

Los rifles hacen eco a través de la​​ cocina, los diales de un transistor

revueltos, el corte de Ediphone, una máquina de escribir de madera

quemada en el patio. Recoges el pañuelo rojo de Lenin,

te limpias la frente y esperas la bala de plata.

Mañana, un temblor de lluvia y, ahora, este soplo de sol.

Un gallo en tu jardín mira boquiabierto a través del humo.

 

 

 

 

 

 

 

En el muro con un grafiti IHeart con relleno sólidoMEXICO de​​ el al Jibes, una niña,

tal vez de quince, posa en medias de red, sostén push-up,

sudadera con capucha BABE. Su novio/amigo mueve la cámara,

y otra mujer, desinteresada, sostiene el reflector

plateado. Miras, comiendo tus enchiladas de turista,

Mystify Me​​ sonando en las bocinas. Ella atrae

una pequeña multitud de adolescentes, que le gritan​​ puta, puta,

algo incómodo. Ella les sonríe. La pose de catálogo

se desvanece a medida que recogían para el siguiente bloque. Miras

de vuelta a la pared.​​ ‘Heroes for One Day’​​ de Bowie,

el habla burbujeante sobre los ojos blancos de la Parca

disfrazada de Spiderman. ‘Hermana’ grabado en la red.

 

 

 

 

 

 

 

Ojo de dios. La mirada de los dioses. Ídolo principal, mantiene

el mal a raya, se balancea de lado a lado en tu tablero

por toda la ciudad hasta el faro fijo del aeropuerto.

Los huicholes creían que lo oculto se hace más claro,

pero hoy, mañana, ¿cómo sabrías a qué se parece​​ 

la claridad? Tu rostro se nubla en el espejo, una boca abierta

aferrándose a la sed. Como si las ideas de Villaurrutia sobre el amor pudieran

salvarte. Sonríe a la llanura del desierto rodando más allá de los distantes

volcanes. Sales del auto, le das una propina generosa al conductor, sientes

su vergüenza. En la puerta de salidas, hijas, hijos,

a Houston, Dallas o California. Y tú los sigues,

a través del cristal traslúcido de una puerta, de vuelta a tus límites conocidos.

 

 

 

 

Dolor de cuello en LAX. Seguridad de frontera. Todavía técnicamente​​ 

en territorio mexicano (la mitad de la tierra del país arrebatada).

El guardia con el ceño fruncido sostiene tu pasaporte como un joyero

trabajando en una filigrana y pregunta, sabiendo de sobra,

por qué se le negó la entrada el año pasado.​​ Libia, respondes.

‘Oh’, dice, pidiéndote que te quites las gafas, comprobando,

con la atención de una ardilla la fotografía, la visa

de diez años. ‘Siempre me pregunté por qué ese loco dictador tenía tanto

dinero’. Te quedas en silencio, pensando en su jefe y la extraña

sencillez de una placa de identificación. ‘Josh, dices: ‘Me pregunto​​ 

por qué la mitad la gente en México vive con menos de un dólar al día’.

Pero ya es muy tarde. Él te evita ahora, coloca su sello.

 

[Traducción de Gustavo Osorio de Ita]

 

 

 

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