António Lobo Antunes escribe sobre Dinu Flămând

El gran novelista portugués António Lobo Antunes hace un retrato fraternal de Dinu Flămând para presentar en Portugal su libro Sombras y rompeolas. Círculo de Poesía ha otorgado a Dinu Flămând el Premio Internacional de Poesía Nuevo Siglo de Oro y ha publicado este libro con traducción, introducción y notas de Catalina Iliescu Gheorghiu. Puedes buscarlo en todas las librerías del país, en Círculo de Poesía Libros ubicado en Xicoténcatl 270, del Carmen, Coyoacán y aquí mismo en nuestra tienda virtual.

António Lobo Antunes sobre​​ Sombras y rompeolas​​ de Dinu Flămând

 

Conocí a Dinu Flămând hace más de treinta años en Finlandia, en Lahti, con un sol que duraba prácticamente las 24 horas del día y un escritor de cada país del mundo, escritores por docenas, cargados de honras y premios, venidos hasta aquel sitio maravilloso con el fin de discutir sobre literatura. Un escritor de cada país, pero la Unión Soviética los traía por docenas, siempre en grupo, haciendo propaganda al realismo socialista. Dinu representaba a Rumania y yo a Portugal. La razón de que hubieran escogido al principiante que yo era, continúa siendo un misterio para mí. Tal vez porque​​ Os Cus de Judas​​ (En el Culo del Mundo,​​ Siruela, 2001) fue excepcionalmente recibido allá. Sea como fuere, nos acercamos, Dinu y yo, porque debíamos ser los más jóvenes que allí andábamos.

 

Lo oí hablar ante aquella docta asamblea, y me espantó que un artista de un país satélite de la Unión Soviética se expresara con tanta energía, claridad e inteligencia contra las opiniones rusas y nos volvimos amigos de la infancia para toda la vida. Quiero decir, nos volvimos instantáneamente hermanos. Después conseguí rocambolescamente traerlo a mi casa, en Portugal, ayudándolo a escapar de la lacerante pregunta de los rumanos durante la dictadura de Ceaucescu:

 

—¿Habrá vida antes de la muerte?

 

Y sólo después de la caída del régimen él pudo volver a su amada tierra. Fui varias veces por Rumania, para recibir el Premio Ovidio, para recibir doctorados​​ honoris causa,​​ pero, sobre todo, para estar con él. La última ocasión fue en los Cárpatos, donde visité con Dinu la casa de campesinos de sus padres, y un premio y un doctorado en Cluj. Es imposible no adorar a Rumania y a su pueblo, tan generoso, tan latino, con tanta capacidad de sufrimiento y, al mismo tiempo, con tanto orgullo y elegancia: Dinu, por ejemplo, un hombre grande y fuerte, con una sonrisa que devora al mundo, es un príncipe. Es un gran poeta.

 

Acompañamos, desde Finlandia, el trabajo uno del otro, desde la época en que él era una gran promesa de la poesía rumana, y después una gran realidad, traducido y apreciado en varios países, aunque, en mi opinión, no siempre haya encontrado los mejores traductores, y estábamos en eso cuando me entregó​​ Sombras y rompeolas, en una espléndida traducción de Corneliu Popa. La traducción es, de hecho, magnificente y el poema de la más alta calidad, en mi opinión su mejor trabajo hasta ahora. Me puse tan entusiasmado que al final de cinco minutos de lectura estaba ya telefoneando para la editorial Guerra y Paz​​ a fin de mandarle el original a Manuel Fonseca, cuya opinión no podía ser muy diferente de la mía. Esto es Gran Poesía, sin ninguna caída, una falla, un tropiezo. Un libro en torno de la muerte de la madre, con un pudor y una contención admirables. Un​​ Requiem​​ majestuoso.

 

António Lobo Antunes

 

 

Traducción del portugués, Mario Bojórquez

 

 

 

 

 

***

como los siete colores que la luz agazapa​​ 

habitan mi oscuridad sombras


con sus rostros interiores​​ 

y así como​​ 

la hoja​​ 

muerta

en sí​​ 

se vuelve​​ 

hélice​​ 

de la caída​​ 

en


mí caen –muertos míos–​​ 

en su planear


fuera del tiempo​​ 

aunque sus huesos órficos​​ 

todavía


revuelven la tierra​​ 

y yo empiezo a oler


a piedra que ha llorado y me retuerzo​​ 

con manos atadas por dentro​​ 

 

vibrando


cuando me atraviesan hacia​​ 

ninguna parte


oteado sólo por ustedes​​ 

y me encuentro ya lejos


mientras sigo siendo todavía su vida​​ 

en los colores de lo invisible​​ 

 

 

 

***

quedas el último conocedor​​ 

de tu existencia


discrepas de toda realidad


ímpetu de ocultas llamas durmiendo en las piedras​​ 

sombra que huele a pólvora​​ 

y bajo el sol de mediodía inmenso la noche se transforma en día​​ 

de olvido


y de absorción entre efluvios de una cósmica compasión​​ 

acariciando con mecer de sauces ribereños un río que​​ 

despliega su cuello de galgo


ante tus pies


mientras la cantilena de cacerolas desconchadas desde la​​ 

oscuridad​​ 

llena de vaho anuncia los preparativos de la cena en​​ 

torno a la estufa; sobre ella​​ 

los rostros de las plácidas mujeres de la casa parecen​​ 

alumbrarse​​ 

bajo el reflejo de una dicha eterna​​ 

e ignorada

 

 

 

 

***

me pides como antaño enhebrarte​​ 

el hilo negro


con mis dedos toscos​​ 

y como entonces las orugas me parecen​​ 

ruido de piedras desgarrando


la hoja de morera​​ 

halcones desde el infinito acechan


a los atolondrados pollos


que cruzan por la verja hacia vecinos muertos​​ 

cuece el olvido en los hornos del verano indeciso​​ 

tempranas ciruelas


aguardan en el cieno sanguijuelas​​ 

alrededor, desde la niebla de recién llegados​​ 

brotan los gestos de palabras que rehúsan​​ 

ser sonsacadas​​ 

una luz interior funde sus rostros


tú no entiendes nada y te vuelves hacia mí​​ 

como de espalda​​ 

yo me preparo a engañar al innombrable​​ 

leyendo tus preguntas del revés


y al despertar​​ 

digo:​​ 

“no te preocupes​​ 

yo te traduzco​​ 

madre”​​ 

 

 

 

***

¿qué pudo haber quedado no dicho​​ 

no vivido


no tocado


no explicado​​ 

entre nosotros o en el hueco algún día habitado por nosotros​​ 

para que te levantes desde el interior de tan inmensa​​ 

dificultad del sueño en esta luminosa confusión​​ 

como la envergadura de un árbol hacia el cielo?​​ 

en parte estas cosas vienen de ti


otras son mías


y hay un ímpetu de dudas y dobles sentidos


como si todo hubiera sido precedido por algo que existe​​ 

con el único fin de anunciar algo distinto


y a la vez borrando


para inutilizar la ruta del significado​​ 

noche tras noche te me apareces tapándote la boca​​ 

con el pico del pañuelo


asustada


de lo que ves en mi rostro indistinto​​ 

estudiado por ti


con el desasosiego aun sangrando del desvelo por tu hijo​​ 

incluso en el más allá​​ 

y yo confuso empiezo a palparme o con la lengua verifico​​ 

los miedos que pueblan mi boca​​ 

esforzándome en esconder una minusvalía vergonzante​​ 

y no sé qué atisbas tú en esa niebla a la que se reduce​​ 

mi presencia


que no sea la fuga de estas sombras andrajosas


que me abrigan ante la luz y su crueldad​​ 

que hace arpaduras en los muros blancos​​ 

mas mis preguntas quedan como cápsulas vacías


de amapola


si bien una​​ 
papaverínica​​ impaciencia por manejar lo inútil​​ 

me hace escupir al aire cáscaras de palabras


al pasear mis dedos por las vértebras


mal soldadas de algún dolor más viejo​​ 

queda también esa indignación de la impotencia​​ 

acercamiento que añoramos a la cercanía


con su resignación fijada en


la imposibilidad de ambos para ser​​ 

realcanzados


NO OBSTANTE

en una infancia en común​​ 

donde otro ser nos acaricia tierno la cabeza​​ 

para que nos traguemos el hígado de bacalao​​ 

 

 

 

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