Los jugadores de ajedrez de Ricardo Reis en El Rubaiyat de Omar Khayyâm

Presentamos el poema Los jugadores de ajedrez de Ricardo Reis incluido en El Rubaiyat de Omar Khayyâm. Cuartinas, recientemente publicado por Círculo de Poesía Ediciones con la traducción y el prólogo de Mario Bojórquez, así como diversos textos de los autores de la constelación Pessoa y disponible en todas las sucursales de Cafebrería El Péndulo, así como en Círculo de Poesía Libros y en nuestra librería en línea con envío a todo México.

 

 

 

 

 

 

LOS JUGADORES DE AJEDREZ

Ricardo Reis

 

Oí decir que, en otro tiempo, cuando Persia
Tenía no sé cuál guerra,
Cuando la invasión ardía en la Ciudad
Y las mujeres gritaban,
Dos jugadores de ajedrez jugaban
Su juego continuo.

A la sombra del amplio árbol miraban
El tablero antiguo,
Y, al lado de cada uno, esperando sus
Momentos más holgados,
Cuando habían movido una pieza, y
Esperaban al adversario,
Un jarro con vino refrescaba
Sobriamente su sed.

Ardían casas, saqueadas eran
Las arcas y las paredes,
Violadas, las mujeres eran puestas
Contra los muros caídos,
Traspasadas por las lanzas, las niñas
Eran sangre en las calles…
Pero donde estaban, cerca de la ciudad,
Y lejos de su ruido,
Los jugadores de ajedrez jugaban
El juego del ajedrez.

Aunque en los mensajes del yermo viento
Les viniesen los gritos,
Y, al reflexionar, supiesen desde el alma
Que por cierto las mujeres
Y las tiernas hijas eran violadas
En esa victoria próxima.

Aunque, en el momento que lo pensaban,
Una sombra ligera
Les pasase por la frente alejada y vaga,
En breve sus ojos calmos
Volvían la cuidadosa atención
Al viejo tablero.

Cuando el rey de marfil está en peligro,
¿Qué importan la carne y el hueso
De las hermanas y de las madres y de las niñas?
Cuando la torre no cubre
La retirada de la alta reina,
Poco importa la victoria.
Y cuando la mano confiada lleva el jaque
Al rey del adversario,
Poco pesa en el alma que allá lejos
Estén muriendo los hijos.

Incluso que, de repente, sobre el muro
Surja la sañuda cara
De un guerrero invasor, y en breve deba
En sangre ahí caer
El jugador solemne de ajedrez,
El momento antes de eso
Está aún entregado al juego predilecto
De los grandes indiferentes.

Caigan ciudades, sufran pueblos, cese
La libertad y la vida,
Los haberes tranquilos y asegurados
Ardan y que se arranquen,
Pero cuando la guerra los juegos interrumpa,
Esté el rey sin jaque,
Y el peón de marfil más avanzado
Listo a cobrar una torre.

Mis hermanos en amarnos, Epicuro,
Y en entendernos más
De acuerdo con nosotros mismos y con él,
Aprendamos en la historia
De los calmos jugadores de ajedrez
Cómo pasar la vida.

Todo lo que es serio poco nos importe,
Lo grave poco pese,
El natural impulso de los instintos
Que ceda al inútil gozo
(Bajo la sombra tranquila de la arboleda)
De jugar un buen juego.

Lo que llevamos de esta vida inútil
Tanto vale si es
La gloria, la fama, el amor, la ciencia, la vida,
Como si fuera apenas
La memoria de un juego bien jugado
Y una partida ganada
A un mejor jugador.

La gloria pesa como una rica carga,
La fama como la fiebre,
El amor cansa, porque es en serio y busca,
La ciencia nunca encuentra,
Y la vida pasa y duele porque lo conoce…
El juego de ajedrez
Prende el alma toda, pero, perdido, poco
Pesa, pues no es nada.

Ah, bajo las sombras que sin querer nos aman,
Con un jarro de vino
Al lado, y atentos sólo a la inútil faena
Del juego del ajedrez,
Ya sea el mismo juego apenas sueño
Y que aún no haya contrincante,
Imitemos a los persas de esta historia,
Y, en cuanto allá afuera,
O cerca o muy lejos, la guerra y la patria y la vida
Llaman por nosotros, dejemos
Que en vano nos llamen, cada uno de nosotros
Bajo las sombras amigas
Soñando, el jugador y sus contrincantes y el ajedrez
En su indiferencia.

 

1/6/1916

 

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