Poesía polaca: Marcin Orliński

Leemos, en el dossier de poesía polaca que prepara Krzysztof Katkowski, algunos textos de Marcin Orliński (1980). Además de poeta es crítico literario. Pertenece a la Asociación Unión Literaria (Unia Literacka). Es jurado de concursos poéticos nacionales. Ocasionalmente dirige talleres literarios y encuentros con otros autores. Actualmente vive en Varsovia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como plástico a la tailandesa​​ y bebo plástico

seco del sur de España. Después de salir​​ 

de la ducha me pongo todos los colores

 

del plástico. ¿Quién comió de mí? ¿Quién bebió​​ 

de mi tacita? ¿De quién es​​ el popote​​ y de qué​​ es

la bebida fluye a través de mi muñeca?

​​ 

Este poema podría haberse titulado​​ Turismo​​ 

en la era del capitalismo tardío, pero sólo es un​​ 

hotel de tres estrellas, para las palabras.

 

 

 

 

 

 

 

 

Intento elogiar un mundo mutilado: hojas

mordidas por caracoles, yo quejándome​​ 

sobre el jardín​​ sin podar​​ y los agujeros en el tejado.​​ 

 

Cuando llueve, tenemos dos niagaras​​ adentro:​​ 

una cerca de los fusibles, la otra en la pared​​ 

de​​ al lado, un chorro espectacular detrás del espejo.​​ 

 

El agua se detiene en las mohosas​​ 

dictas, torpemente clavadas en el techo.​​ 

Persiste mucho después del chaparrón. Intento elogiar​​ 

 

todo esto en un lenguaje mutilado por

escuelas y universidades. Intento elogiar

un espejo cubierto con una capa de telarañas.

 

 

 

 

 

 

 

Fukushima

 

Un árbol brilla, el sol zumba.

Así es el mundo antes de su fin.

 

 

 

 

 

 

 

 

Una rosa

 

Ven,​​ cortaré una rosa para tu mujer,

me dice Łukasz cuando me lo encuentro​​ 

por casualidad en el patio trasero,​​ 

la​​ tengo en mi huerto, ¿recuerdas?

 

Y luego me cuenta la lección de historia.​​ 
Porque él es profesor y​​ 
estaba preguntando a los estudiantes​​ 

si sabían alguna palabra que viniera

del latín. Los niños son brillantes, saben muchas palabras,​​ 

pero no sabían que de latín​​ 

también viene la palabra ‘sedes’.​​ 

 

'Sedes', queridos niños, significa algo

sobre lo que uno se sienta. Porque,​​ 
si se estuviera​​ de pie,​​ 

sería una ‘estación’.

 

Y por último, añade:​​ 

¿Qué te parece? ¿Me acompañas a la huerta?​​ 

Cortaré una rosa para tu mujer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

***

 

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