Babacar Korjo Ndiaye es una figura central en el ámbito literario senegalés contemporáneo, dedicado a la rehabilitación del vínculo entre el intelectual africano y su comunidad. Su trayectoria profesional integra el periodismo, la creación literaria, la edición independiente y la acción cultural sobre el terreno. Esta aproximación integral asegura que su pensamiento siempre esté conectado con la realidad social, y que la literatura nunca se desvincule de las realidades históricas y políticas. Como escritor, es autor de varias obras, incluyendo Tanor, le sexe fort, Nymphéa, Danses et Chants d'antan, Waaw Kumba y Temps Mort. Sus textos exploran las tensiones entre la memoria y la modernidad, así como entre la filiación y la reinvención. En su obra evoca los paisajes, mitos y lenguajes de África, sin caer en el folklorismo o la ingenuidad. Cada libro representa un esfuerzo por arraigar y reactivar imaginarios que han sido ocultados o marginados.
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De la muerte de los otros
En la sombra fría donde los destinos se entremezclan
tejemos nuestros días, por la muerte enlazados
La vida, tejida de hilos oscuros y gélidos,
se forja así, en el estrecho silencio.
cada aliento es soplado por el viento de la muerte,
Cada estallido de astros, cada huella,
contribuye a nuestra efímera existencia,
como una melodía agridulce.
De la muerte de los otros nuestra vida se nutre
un macabro ballet, donde el destino se escribe.
Los días que se desvanecen, llevándose vidas,
son tantas páginas, grabadas en el olvido.
Las sombras se extienden, dejando rastros,
en las arenas del tiempo, donde todo se agrieta y mancha.
Cada partida, un astro que se extingue,
cada despedida, un susurro que se extingue.
Pero en esta danza donde el final se encuentra con el principio,
cada encuentro, cada sonrisa, cada desafío,
son los atisbos de luz, en este cuadro negro,
esmaltando el lienzo sombrío de nuestra historia.
Así, en la trama de los días que desfilan,
vida y muerte, dos sutiles enigmas.
Tejemos nuestros anhelos, nuestros temores, nuestras esperanzas,
a la luz de las estrellas, a merced del deber.
La vida toma forma al hilo de las despedidas,
como un fresco donde cielo y tierra son friolentos.
En el ciclo eterno donde todo se deshace,
tejemos nuestra existencia, a partir de la muerte de los otros.
Lo negro y lo dorado
Bajo el cielo estrellado,
el viaje comienza,
nadie alcanza el alba sin la sombra que disputa.
En el camino nocturno,
misterios desgranados
el resplandor viene de la oscuridad, secreto bien guardado.
La noche,
silenciosa compañera del sueño,
susurra pruebas, dolores y treguas.
Cada paso en la oscuridad, una prueba a escalar,
el camino hacia el alba, hay que nutrirlo
En el firmamento, constelaciones despiertan,
astros son testigos, deseos asombran.
El destello de esperanza en la profunda oscuridad,
guía el alma errante hacia tierras fecundas
Pruebas, atravesadas, eclipses y tormentos,
esculpen el coraje, hacen vibrar los instantes.
La noche no es más que un velo, una pasarela,
hacia el amanecer prometido, luz eterna.
Y así, en las sombras donde palpita el horizonte,
cada prueba, un aliento, un nuevo amanecer.
El camino de la noche, preludio del día,
abre la vía a la luz, al amor.
Un largo tiempo
El tiempo, ese misterio inasible,
se estira, se pliega, se vuelve variable.
¿Cuánto dura un largo tiempo?, se pregunta uno,
cuando la espera se vuelve un dulce canto.
A la sombra de la esperanza, el tiempo se estira,
para los que esperan, parece peor,
pero en el abrazo de un amor fiel,
se disipa, se convierte en una chispa.
Una pareja, largo tiempo en el balcón,
un café compartido, un suave torbellino,
¿Es lo mismo que el paciente,
mirando al cielo, esperando?
El tiempo se pliega a cada circunstancia,
en verano, en invierno, se funde y se pierde,
cada estación, un matiz, un tono,
El tiempo se pliega a cada circunstancia.
¿Puede ser el mismo para un amor que nace,
que cuando se intenta olvidar un tormento?
¿Son los largos tiempos pasados amando tiernamente,
comparables al triste olvido?
Podemos discutir sobre estos largos tiempos,
en el murmullo de los momentos presentes,
pero una cosa permanece, cierta, evidente,
Los largos tiempos con aquellos que amamos son preciosos, en todo momento.
En lo efímero de nuestras vidas que desfilan,
los largos instantes de goce son islas,
en el océano del tiempo que fluye incesante,
nuestros largos tiempos son perlas, diamantes.
Vida, ventana abierta al infinito
En la profunda oscuridad, el eco persiste,
la noche, nunca entera, en la sombra resiste.
Lo proclamo, lo anuncio con certeza,
en lo más hondo del dolor, germina la costumbre.
Una ventana entreabierta, luz en la oscuridad,
un atisbo de esperanza, una promesa, un rumor.
Siempre una puerta iluminada, allá,
en el jardín del luto, un fulgor.
Un sueño persistente, vigilante, despierto,
deseo insatisfecho, hambre de ser colmado, de ser amado.
Un corazón generoso, como una fuente inagotable,
mano tendida, abierta, como un vínculo palpable.
Ojos atentos escrutan el horizonte,
en la negrura, un astro en fusión.
Una vida, la vida, mosaico de compartir,
un impulso colectivo, abrazado por las orillas.
En la oquedad de la noche, la esperanza reconduce,
en cada rincón sombrío, una luz que huye.
La vida persiste, como una melodía.
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Affectio (Senegal) / Alvie Mouzita (República del Congo) / Agossou Allangbé (Benín) / Timba Bema (Camerún) / Nanda La Gaboma (Gabón) / Mal Mazou (Camerún) / Nadale Fidine / Kamanda Kama Sywor (República Democrática del Congo) / Ndongo Mbaye (Senegal) / Theombogü (Camerún / Chad) / Albert Aoussine (Camerún) / Fara Njaay (Senegal) / Cheryl Itanda (Gabón) / Ndeye Sokhna Diop