Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad. Paola Assad Barbarino (Venezuela)

Bolívar Pérez, Zorian Ramírez y Juan Lebrun construyen un dossier de nueva poesía venezolana, Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad, título en homenaje a César Panza y Caneo Arguinzones. Leemos aquí a Paola Assad Barbarino (Caracas, 1999). Además de poeta es artista visual. Actualmente vive en Nueva York.

 

 

 

 

 

Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad.​​ Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de​​ las diversas identidades que se presentan en la poesía​​ actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso​​ Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que​​ Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia.​​ Caneo plantea una​​ vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.

 

 

 

 

 

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Paola Assad Barbarino​​ (Caracas, 1999) es una poeta y artista visual radicada en Nueva York. Su obra explora el dolor diaspórico y sus transmutaciones. Fue finalista del III Concurso de Poesía Joven Rafael Cadenas (La Poeteca, Caracas,​​ 2017) con su poema El Rapto. Sus textos también han sido incluidos en Liberoamericanas: 140 poetas latinoamericanas (Libero, Barcelona, 2018) y UBICUO (Lecturas de arraigo, Madrid, 2021).​​ Su primer poemario,​​ Todo menos invierno​​ (Lecturas de arraigo, Madrid, 2025), fue publicado en febrero del presente año y presentado en Nueva York, Madrid y San Juan, Puerto Rico. Su trabajo ha sido compartido en festivales como el New York City Poetry Festival —de la mano de la revista Nueva York Poetry Review— y, más recientemente, en el Kerouac Festival, dirigido por Marcos De La Fuente, donde presentó su performance Todo menos invierno: Nudos del irse, una intervención de poesía y shibari.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

GBV-58P

 

Durante mi vida en Caracas

papá tenía una Jeep Grand Cherokee 2002

donde me buscaba y me encontraba

COLOR PLATA

con cara enfurecida

mostraba los dientes como un hurón

 

tenía acústica de anfiteatro

en ella dejé la voz

cantando​​ the climb 

practicando para un canal de youtube

que no existía​​ mientras papá me alentaba

 

me pedía afinar

me pedía soltar la voz

 

mamá le pegó una cachetada a papá

en la Jeep Grand Cherokee

una tarde donde yo no paraba de llorar

estábamos saliendo del CCCT

 

papá se disculpó conmigo

por el ruido y el susto

 

rodamos montañas

quemamos carreteras

en la Jeep Grand Cherokee

tantas veces escuchando DLG

los dedos de papá golpeando el volante

al son de​​ la quiero a morir

 

me gustaban sus manos

de todos los niños de mi salón

mi papá me parecía el más guapo

 

en esa camioneta nos fuimos hasta Maiquetía

dos días antes, esa camioneta me recogió

frente al obelisco

cuando me despedí de un amor

teníamos diecisiete y más nunca 

nos volveríamos a besar las bocas

con diecisiete años

desde la ventana del copiloto

la distancia empezó a masticar su imagen

volvió su cuerpo un garabato que voltea

y pensé​​  esta es la última vez que lo veo

 

desde entonces

cada vez que veo una Jeep Grand Cherokee

estacionada en una acera

o dándome paso en la avenida

asumo que es mi infancia 

 

acechándome.

 

 

 

 

 

 

 

 

Un hombre en Chuao mastica una semilla blanda y clara

y piensa en mí

 

Mi amor,

partiste un Viernes de Venus

hacia Chuao cumplías 

treinta y uno,

y yo, desde mi isla de hierro

seguí mi día 

 

Hablé con mi madre por teléfono

sentí el rechazo

de su mirada ausente

sangré lo que parecía

el golfo de Paria

(Lo que parece el golfo de Paria

medio: sangre sobre algodón orgánico, 

año 2024, autora: yo)

 

Llegaste a Choroní

esperaste la lancha

te imaginé sentado, agitándote

con las corrientes afiladas

rodeado del azul que abandoné

 

Llamé a mi abuela, abrió

un cuadernito donde anota las palabras que olvida. Le pregunté si le ha servido. Vaciló. Le propuse clases de pinturas los domingos. Mi tío Felo las dictaría. Él hace mandalas, delfines, rosas flacas. Piénsalo, para que aprendas algo nuevo. Puedes pintar la foto mía con gorrito rosa, donde me estoy agarrando la patica. Me dices​​ la patica.​​ Nunca​​ el piecito.​​ Me cuenta que está releyendo a Melanie Klein. La teta buena y la teta mala. Al colgar, lloré. De fondo, la quinta avenida y los toldos del Rockefeller Center. Compré un octavo de onza y pensé que debería durar una semana pero no me juzgaré si la termino antes. Son tiempos duros. La regla me vuelve un poquito desquiciada. Me gusta pensar que llegaste y estás abriendo una baya de cacao desde adentro. El baño está inundado porque dejé la ducha corriendo. He estado absorta escribiendo en la sala, desnuda, las gotas de sangre hacen carreras para llegar a mis tobillos. Me cuentas que los pescadores están teniendo una mala temporada porque el agua está infestada de medusas. Son redondas, les dicen bola de cañón. Flotan en el agua como bolsas plásticas. La sangre me dibuja figuras chistosas dentro de los muslos. Si abro las piernas parece una estrella o una de las medusas que hoy flotan desde tu orilla. Como cuando eras niño y ponías un​​ blob​​ de pintura en un papel, lo doblabas por la mitad y estirabas el​​ blob​​ con los dedos para luego abrirlo y descubrir una nueva especie de pájaro o una lámina de un test de Rorschach. Afuera la noche está quejumbrosa.

Abriste la baya de cacao 

y me mandaste una foto

de su carne.

 

 

 

 

 

 

 

Lugar del casi

 

Hay unas bestias

que tienen la capacidad

de volver a los lugares donde

enterraron a sus muertos

2333

Tienen buena memoria

pueden reconocer 

los huesos de quienes amaron

 

No sé si cuando acabe esta guerra

yo pueda ver tu cara viva

caliente y palpitante

al otro lado de la calle

donde nos espera el abrazo

 

Anticipar tu​​ latido

es pedir demasiado

debo acostumbrarme a las limosnas

a que se me racione la memoria

como se me racionaba​​  la comida

 

Si sobrevivo estaré sola

vestiré de negro mi cuerpo

para acercarme al lugar 

donde casi te vi

 

Reconocería tus huesos 

en una pila de escombros

como los elefantes

cuando estiran sus trompas

para decir adiós.

 

 

 

 

 

 

 

Mother tongue

 

Para mi lengua madre nunca era demasiado el ron

fue un viaje apretado de Capricornio a Géminis

con una reserva infinita de carbohidratos,

olor a​​ fritanga.

Era un animalejo vespertino

la esperábamos todos los mediodías como hermanas

un día no apareció.

Le lavé los prefijos

le ajusté los prejuicios

le pedí que más nunca me salivara en adverbios terminados en mente 

pero fracasó, rotundamente

Con el tiempo aprendí que a nosotros nos parió un duelo

mi lengua madre solo me dejó una gaveta llena de óxido y la aversión a las cacofonías talladas en los hombros

me recitaba a Freud de memoria antes de revolcarse en mi garganta

cavó una llaga en mi bastardía de donde se adhirió como un parásito

declaré solo vivir para ella

no le fue suficiente.

Huyó en orden alfabético

inteligentemente

para incapacitarme de decirle que era una coño e’ madre infame

me comí las letrs por gula

por invocarla

y terminé en su rellano un día

no nos reconocimos

la pensé tanto que la perdí

y encontré en la orfandad algo de qué ufanarme


hoy me tocó la puerta

pero no entendía

le dije:

Sorry, nobody´s home.

 

 

Todo menos invierno​​ (2025)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Inventario de mamá

 

Tengo

canas que ya no​​ 

agarran tinte

una casa incompleta en Cotiza

una abandonada en El Paraíso

dos vacías en Higuerote.

 

Tengo

un lote de Mary Kay que no se vendió

una herencia gastada en una migración improvisada

dos mudanzas a cuestas.

 

Tengo manchas en la cara

del segundo embarazo

dos inyecciones de hierro

plasma rico en plaquetas

botox del CCCT.

 

Tengo

la cenizas de mi padre en la sala

mi madre que todavía no se nacionaliza

cuatro hermanos

bueno, tres…

tengo un hermano muerto.

 

Tengo 400cc en el pecho

uñas naturales

pelo natural

pies naturales

pestañas naturales.

 

Tengo

tantos años de casada que amo por inercia

una hija adolescente

y otra que me ha visto llorar

dos padres inmigrantes

un país que cabe

en un paréntesis.

 

Tengo dos años sin ir a la playa

dos años sin usar ropa de oficina

dos años sin ver a mi mamá

sé que mi hermano dijo mi nombre antes de morir

le gustaba el sushi 

le gustaba ver películas tristes y las de Brúj-lí

le gustaba cantar rancheras

sé que me llamó antes de morir

que dijo “Glondy” y luego el nombre de mis hermanos y el de mamá

no me despedí de él cuando emigré

le he comprado un velón en Walmart

la etiqueta dice que es para los muertos.

 

Tengo un trabajo de obrera

una hija que escribe como si fuera yo

las manos de fumadora de mi mamá

un tatuaje mal hecho en el tobillo

una vida inmigrante de mierda

y un hermano muerto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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