Mariela Cordero (Valencia, 1985) es abogada, poeta, escritora, traductora y artista visual. Su poesía ha sido publicada en varias antologías internacionales. Ha recibido algunas distinciones entre ellas: Tercer Premio de Poesía Alejandra Pizarnik Argentina (2014); Primer Premio del II Concurso Iberoamericano de Poesía Euler Granda, Ecuador (2015); Segundo Premio de Poesía Concorso Letterario Internazionale Bilingüe Tracceperlameta Edizioni, Italia (2015); Premio Micropoemas en español del III concurso TRANSPalabr@RTE (2015); Primer Lugar en Concurso Internacional de Poesía #AniversarioPoetasHispanos mención calidad literaria, España (2016) y Premio Internacional Sahitto a la Excelencia Literaria (2023). Ha publicado los poemarios: El cuerpo de la duda (2013); Transfigurar es un país que amas (2020) y La larga noche de las jaurías (2023). Ha participado en diversos encuentros y festivales literarios internacionales, entre ellos: The Princeton Festival (Estados Unidos), Festival Internacional de Poesía Parque Chas (Argentina), Festival Internacional Bitola Memoria Literaria, Festival Internacional de Poesía Xochimilco (México), X Festival Iberoamericano de Fusagusagá (Colombia) y Kaohsiung World Poetry Festival 2023 (Taiwán). Sus poemas han sido traducidos al hindi, checo, estonio, serbio, shona, uzbeko, rumano, macedonio, coreano, hebreo, bengalí, inglés, árabe, francés, chino, ruso y polaco. Actualmente coordina las secciones #PoesíaVenezolana y #PoetasdelMundo en la Revista de Poesía Poémame (España). Es aesora Editorial de la revista del Instituto de Simbología (Corea del Sur).
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Frágil como lo absoluto
Frágil
como lo absoluto
así
emerge
la caricia
Hambre
Me
entrego
al hambre
de
ascender.
Única
como
bahía
desierta.
Las afinidades
Naturaleza cazadora y cazada
hallazgo de signos que reavivan
el lazo casi metálico
Sustancias filosas que se amenazan,
albúmina imantada que grita.
Miembros que se acechan
buscando la comunión última.
Mil desgarraduras que aturden
hasta juntarse.
La levedad que estalla
Asciende
nadie la vio venir
con su paso vacilante
y todo aquel temor enrarecido
bebiendo su sudor
cerrando su boca con el beso de la angustia.
Otro escalón
y se zafa de la mordaza.
Grita debajo de la piel,
lo que era un suave síntoma
acaricia hasta estallar.
El principio del cielo
La radiación es una tiránica ama
que desea lamer con su incendio
a todos los cuerpos
que se mueven, vibran o se arrastran
sobre la tierra.
Persigue la saciedad de estallidos ardientes
o el goce sanguinario del mediodía.
Al mismo tiempo, debajo de lo absoluto
las bocas se enrojecen
al pronunciar la palabra
sed.
Transfigurar es un país que amas.
Editorial Dos Islas. Miami, Estados Unidos (2020)
Entregarse
Entregarse
como una historia que se derrite
exponer
la arruga y la cicatriz
revelar también
la sonrisa contundente del cuerpo
dar de beber el agua turbia del corazón.
Entregarse
descalzo
sin más atavío que el candil
de los ojos indomables,
puro
como quien se entrega
a la muerte.
Lo que no te ha traspasado
Buscas en mí lo no anunciado
y tu ojo exhala un ruego circular.
La niebla persistente de aquello
que no te ha traspasado
corrompe tu límpida certeza.
Buscas en mí lo doliente,
ese salvaje rasgo que hinca al tocar.
Lo incomunicable, que subsiste
anestesiado
por la bella envoltura y los astros de plástico.
Lo que se atrapa en medio de la humareda
si logras el golpe cazador exacto.
Lo que la red indomable expulsa
de un mar obscuro y breve.
Buscas la no materia pulsante y escurridiza,
hasta que sudando,
estremecido por el caos
te rindes entregado
a lo que no tiene nombre.
Círculos
La noche exhala
descuartizamientos lentos
sobre provincias insaciables.
Las calles están pavimentadas
con aprendizajes extraños y pétalos de piel.
Los climas se tornan irrespirables,
la sangre es una cicatriz
que cruza el aire.
Al borde del aniquilamiento
giras en busca de tus pedazos,
para coser con desenfreno
los miembros antes dispersos.
Dócil a las corrientes primitivas
emprendes el mismo camino
sonámbulo e inmemorial.
Despedazarte y volverte a armar
es tu sino.
Las devociones son circulares e infatigables.
Construir y destruir
son las funciones sedientas
de la existencia.
Sólo amas al círculo.
Alguna vez seguiste el curso de las jaurías
Alguna vez seguiste el curso de las jaurías
guiado por aquel olor a surcos
poseído por el mareo que se derramaba
sobre la multitud.
Ciego aprendiste a morder
y desgarrar como los otros.
Tarde bebiste el agua de la revelación.
Mataste a los tuyos en la oscuridad
tú eras parte de lo débil que devorabas
tú, eras la presa.
Vidrio líquido y dulce
Persigues en el aire
las variaciones
del olor de lo mojado.
Los acoplamientos entre agua y tierra
son asediados
por el mendigo de fango y humedades.
Tu afán es un arroyo musical
enclavado
en el centro de la devastación
para desnudarse y también aniquilar las dudas.
Se quisiera rasgar el cuerpo,
derramar los nervios.
Disolverse,
ser vidrio movedizo y horizontal.
Sin vacilar,
doblegarse.
Ser gota, lluvia, diluvio
La larga noche de las jaurías. Colección Capitanas. Nautilus Ediciones. Zaragoza, España (2023).
*Libro Finalista en el Premio Internacional de Poesía Aco Karamanov (Macedonia, 2022).
Una mirada a la poesía venezolana: La tradición que nos une