Vielsi Arias Peraza (Valencia, 1982). Es poeta, docente e investigadora. Ha publicado los libros Transeúnte (2005), Los difuntos (2010), Luto de los árboles (2012), Mandato de puertas (2021). Pertenece al Consejo de Redacción de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y es miembro del equipo coordinador nacional de la Escuela de Poesía Juan Calzadilla.
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Vamos en el mismo autobús
No había caminos cercanos para llegar a la escuela.
El horario de la infancia era igual al horario de un obrero:
vamos en el mismo autobús y tenemos el mismo destino.
(De Los Difuntos, 2010)
El espantapájaros
A mi abuelo Pacífico, conuquero
Mi abuelo cosía muñecos para espantar a los pájaros. Los dejaba en el conuco con los brazos abiertos, mirando la eternidad. Pero los pájaros aprendieron a quedarse y se llevaron el fruto.
(De Los Difuntos, 2010)
La casa siguió viviendo en nosotros
a Mao (Ilse Arias Peraza)
Mi hermana, guardaba los lugares de la casa.
Disponía vasijas para repetir el ensayo de nuevas actitudes,
flores y hojas
mismo porrón envejecido.
Los lugares en la nueva disposición del patio.
Entonces la casa
siguió viviendo en nosotros.
Silencio
se lloraba poco y en silencio.
A nadie se le permitía gritar ni alzar la voz.
el círculo del odio
se fue haciendo cada día más espeso.
La nostalgia era la misma en todos. Echados a la fuerza,
obligados a partir
quedándose.
Guarida silenciosa de alacranes
La casa escondida entre los brazos del semeruco y el matarratón. Tenía una sola puerta hacia la noche. Pintada de cal y sábila, era una guarida silenciosa de alacranes.
toda mujer que cose guarda secretos.
Se entrega al oficio silencioso de reparar
unir lo roto, enfrentar muescas de coincidencia, pasar el zigzag para evitar que el hilo se vaya.
Se vaya el nudo que escupen por la boca.
(Inédito )
Hay un tallo creciendo aquí, dentro.
Una raíz silenciosa debajo del piso.
Quiebra las paredes y hace tambalear la casa
y hacerla caer de rodillas.
(Inédito)
Hizo un pacto con los santos. La baña con poleo y malojillo
para bajar la fiebre. Cruza su mano con un azabache para alejar el mal de ojo.
Llena las medias con borras de café y se persigna.
La cruz espanta a los muertos.
(Inédito)