Belén Ojeda (Caracas, Venezuela, 1961) es música, docente y traductora. Vivió en la Unión Soviética desde 1979 hasta 1987. Realizó estudios de Dirección Coral en el Conservatorio “P.I. Chaikovsky” de Moscú bajo la tutela de Ludmila Ermakova. Egresó de esta institución con Maestría en Artes, mención honorífica Summa cum Laude. Es autora de los libros de poesía Días de solsticio, En el ojo de la cabra, Territorios y Graffiti y otros textos, premio de la Bienal Literaria Francisco Lazo Martí. En 2020 la Editorial LP5 publicó Obra Poética Completa. 1995-2020, y en 2023 el libro Fragmentos. Como traductora del ruso ha publicado varias antologías con textos de Anna Ajmátova, Ósip Mandelshtam, Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak, Serguéi Esenin y Vladímir Maiakovski, entre ellas la reciente reedición de Somos cuatro con LP5. Es docente jubilada de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE). Se ha desempeñado como directora de diversas agrupaciones corales.
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Jamás aprendí a bordar
pero la tradición me ha enhebrado
a la cadeneta
Llevo los puntos de cruz
en la espalda
Del libro El Cuaderno de Colombina, en Obra Completa. 1995-2020
Últimamente
he desistido de los vuelos en ícarus
Los niños son amantes
de matar pájaros
con tiros de honda
Del libro Graffiti y otros textos
Los dromedarios tienen la memoria en su joroba.
Dicen que acumulan grasa para resistir las travesías pero, quienes migran con estos animales, saben que llevan allí los dolores de la especie.
Algunos viajeros han dejado testimonio de que al principio solo existían dromedarios, hasta que las hembras ensancharon sus recuerdos y los dromedarios comenzaron a llamarlas camellos.
Del libro Fragmentos
Querida Modesta,
He llegado a un nuevo puerto donde el óxido se aloja en un costado del deterioro. Los moradores entonan una música sensual, cosa de islas, tú lo sabes. Por todas partes escucho ese son nostalgioso (así le gustaría decir a Erasmo). La gente canta boleros por las calles, como si conversara. Para cualquier situación hay uno apropiado. Aquí caminan al ritmo que impone el oleaje. La orilla acoge lo que naufraga: botellas de ron, cabezas de muñecas, troncos enormes. El mar va construyendo su altar junto a la playa. En el malecón se detienen los amantes. Son pocos los que pueden levitar sobre las aguas, aunque lo intenten. Un acento particular de caña dulce tiene el español de este lugar. Los niños cantan tu música. Siempre te esperan para el próximo festival.
En cuanto a mí, ya pronto estaré de regreso y te contaré personalmente. Por ahora me despido de ti en atisbo de azules,
Belén
La Habana, 15 de junio de 1990
P.D: En el malecón me presentaron a tus viejos amigos. Ellos te mandan saludos.
Del libro Fragmentos
La cantante oficial es única
En la próxima temporada cantará
inclusive
los roles masculinos
Es la única cantante oficial
Del libro Fragmentos
El cielo es un caballete inalcanzable
Bájenlo
que voy a morir
Tráiganlo hasta mi lecho
Quiero pintar la selva que me habita
Del libro inédito Árboles de hoja perenne
He unido mi carama
a las ramas de los árboles
Ellos han perdido las hojas
Yo también
Mi copa
diminuta y yerma
quedó abierta a la confusión
de los pájaros que anidan en mí
mientras el árbol
inmenso
recibe nuestros latidos
en su búsqueda
de un bosque total
Del libro inédito Árboles de hoja perenne
Temo perderme
en los sótanos con puestos numerados para autos
Temo perderme
en los rediles de los bancos
aunque sea “por mi seguridad”
Temo perderme
entre las huellas de tantos zapatos chinos
Temo perderme
en la red
entre amigos que no conozco
temo perderme
Soy Ariadna
Por mi seguridad
pásalo
Del libro El Cuaderno de Colombina, en Obra Completa. 1995-2020