Jorge Francisco Mestre en La poesía te quiere vivo

Jorge Francisco Mestre (Ginebra, 1993) . Música de los abismos moleculares (Editorial Zaíno, 2024), . La fotografía es de Daniel Gómez, @colorpueblo

 

 

 

 

 

 

 

Jorge Francisco Mestre (Ginebra, 1993) es poeta, historiador y periodista.​​ ​​ Estudió la maestría en escrituras creativas de la Universidad Nacional de Colombia y más tarde publicó dos poemarios,​​ Música para aves artificiales​​ (Valparaíso, 2022) y​​ Música de los abismos moleculares​​ (Editorial Zaíno, 2024), y también el libro de ensayos íntimos sobre punk, fracaso, adolescencia y nostalgia alrededor del disco​​ Enema of the State​​ (Rey Naranjo, 2024). Poemas suyos han aparecido en revistas como​​ El Malpensante​​ y​​ Luna Nueva​​ y en la antología​​ Desde la luz preguntan por nosotros, panorama de la poesía colombiana contemporánea​​ de la Fundación Neruda en Chile. Finalista del 9° Premio Nacional de Cuento de la Fundación La Cueva de Barranquilla en 2020. Colabora con diversos medios de su país y es editor de la revista de arte y diseño Bacánika.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estudio alfabético

 

las noches existen, la hierba mora existe

el lado oscuro, el manto del anonimato existe

la frontera norte de la conciencia existe, allí

donde lo soñado abre y cierra su

hiperbórea corona en rotaciones násticas…

 

Inger Christensen

 

 

El amor existe, sí, aquí en la frontera Sur de la conciencia,

es decir, en América Latina y el Caribe, el amor existe.

Sabemos mucho de él, pero sobre todo, que existe:

por las cosas amadas tenemos clara su existencia.

El mar caliente, los acantilados y las ballenas,

los arándanos y la pitahaya, los aguacates todo el año,

aquí existe la luz, la energía, la clase trabajadora existe,

también la falta de trabajo y la escasez,

aquí donde la luz no llega existen las velas y el incendio,

los cocteles molotov también existen, y la guaracha,

y también las guaracheras, las frutas perladas de nombres

que no tendrían cómo traducir a otras lenguas,

hay guanábanas que son océanos de carne blanca

y papayas que tienen al cosmos multiplicado por dentro

cada semilla una perla negra inundada de vida.

Existen haciendas transfiguradas en cementerios,

barrios que son fiestas y otros, invernaderos de almas,

existen pájaros luminosos, testigos de las penas del purgatorio,

y calles con nombres por nadie recordados, existen también

Piazzolla, Lecuona y Villa-Lobos y la música de la calle existe,

la calle sorda con la música que sube desde las fosas

con riquezas, personas buscadas y sangre seca

 

 

 

 

 

 

 

Estudio en papel

 

Érase una vez un país de papel

celebrado en derredor de un papel

que no hablaba de la sangre corrida para firmarlo

 

Un país que creció presuroso en decretos y leyes de papel

que repartió propiedades y riquezas autenticadas en papel

como antes las encomiendas y los títulos coloniales sellados en real papel

como tantas intenciones e ideas aprendidas en papel

traído por el Atlántico del norte de arriba según enseñan los mapas de papel

país donde poco a poco todos los que no leían aprendieron a votar con papel

para escoger los membretes y colores del oficial papel

que crecía y crecía en leyes numeradas en cientos de tomos de papel

que exigieron hacer enormes edificios para cuidar del trascendente papel

 

Érase una vez un país de papel

donde el peso también era y es de papel

donde el peso se hace más ligero casi metafísico con los lustros empapelados

ganando nuevos ceros en su ligereza a medida que se imprime en mejor papel

como consecuencia de las deudas contraídas por el país de papel

en otros papeles extranjeros que ofrecieron sus presuntos amigos de papel

 

Era un país de hojas desaparecidas con sus conflictos entre escritos de

[oficial papel

de gente normal y gente muerta a tiros de la que a veces no quedaba nada o

por lo menos sabido escrito en prensa o reporte muy poco sobre papel

tan solo un brazo un rostro un derrumbe una ruina de vez en cuando en la

[primera plana que empapelaba la nación del papel

periódicamente impreso con las buenas intenciones decretadas legisladas

[sentenciadas investigadas

periódicamente impreso con las buenas intenciones desaparecidas

[lastimadas cercenadas e inventadas

 

érase una vez un país de papel

fondo de las más bellas postales impresas para turistas con hectáreas y

hectáreas de riqueza sin estaciones lleno de cosechas chorreado de ríos y

[mares y selvas

país de sobrenaturales novelistas gramáticos carpinteros y economistas

campesinos pescadores palabreros y comerciantes estafadores traficantes

científicos y teólogos pastores traductores antólogos y floristas curanderos

médicos y comerciantes trabajadores del ocultismo botánicos historiadores y

tantísimos no historiados en las páginas del histórico papel del empapelado

país que ha sido noticia y también documento ilustrado

en los oscuros versos de sus más brillantes cantantes de papel

país de de la Tierra y Delmar, de Arturo y de Greiff

   ​​ y de Silva a quien todos recuerdan

país poblado por ánimas que cantaban espantosas letanías

ánimas que en el papel eran en números y estadísticas

y eran una

y eran una

y eran una sola sombra larga

 

 

 

 

 

 

 

Cantos breves de la deriva universal

 

I. Sobre la dispersión

 

Toda luz es dispersa

y cuanto más lejana

de la luz de las cosas

solo un haz a la vez

nos escoge, nos mira

y si seguimos viéndolas:

volvemos a encontrarlas

donde ellas nos cuentan

que ahí siguen atentas

y no nos dejan ir.

 

 

 

 

 

 

 

 

II. Sobre la distancia

 

Lejano parece lo vivido al día siguiente

luego que ha pasado un huracán, un terremoto,

los atentados de la vida con su despotismo.

Entonces parece que las cosas hace tiempo

han sido siempre frágiles, delicadas, poco

para albergar la dicha que hace solo dos días

rebosaba por todas sus puertas y ventanas.

 

Lejano parece lo vivido al día siguiente.

No es fácil distinguir.

 

 

 

 

 

 

 

III. Sobre la precesión

 

Las cosas nos atraen, desvían poco a poco

tan lentamente que ni nos damos cuenta cómo

incluso las estrellas no encuentran sus lugares.

 

 

 

 

 

 

 

***

 

 

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