Leemos poesía de Europa. Leemos una muestra de Versópolis. Nueva poesía europea, antología publicada por Círculo de Poesía Ediciones y la plataforma Versopolis, con el apoyo de la Unión Europea, que reúne 82 poetas contemporáneos en la selección de Adalberto García López y con las versiones de la Escuela de Traducción de Círculo de Poesía. El libro cuenta, además, con un prefacio de Aleš Šteger y un posfacio de Adalberto García López.
Europa es como la granada de las lenguas: hay deleite y sorpresa por todas partes, pero los granos están separados por finas paredes. Ningún grano es igual a otro, cada uno alberga su propio sol, su propia historia y experiencia, sus propias libertades, transgresiones y amores. La imagen de la granada no es mía, la tomé prestada del poeta italiano Andrea Zanzotto, que tampoco escribía en italiano, sino en dialecto veneciano. Escribir poesía siempre ha consistido en conectar con el espacio íntimo y la lengua de cada uno. La comunicación a través de los espacios lingüísticos puede vivir en las traducciones que, más que traducciones automáticas o significativas, son poesía recreada. Para nosotros Europa no es sólo la Unión Europea y sus 24 lenguas oficiales, sino una extraordinaria multiplicidad, fluidez y confusión lingüísticas que deben explorarse, aprenderse y comprenderse mutuamente.
Aleš Šteger
El lector podrá notar la singularidad de cada uno de los poetas antologados a través de ese ejercicio de traslación, esa reinterpretación porque como decía Octavio Paz la traducción y la creación “son operaciones gemelas”. Es decir, el lector es testigo de un doble ejercicio de creación: la del poeta y la del traductor. Así, las diversas formas, los procedimientos, el caudal de temas y preocupaciones estéticas y políticas de los poetas europeos de las últimas décadas se reúnen en este libro para conformar un amplio panorama de lo que se escribe actualmente en el continente europeo.
Adalberto García López
Anthony Anaxagorou | Reino Unido
Traducción: Édgar Amador
PUERTA DE SALIDA VEINTISIETE
Antes que Trump llevara a enero
para hacer el trabajo del invierno y alcanzar los frutos
océanos salpicados de niños
como orillas de pan tibio
antes que Harvey Weinstein Tarana Burke
hablaran humo a una letanía de monjas
antes que funcionarias llenaran capas de muertos
con nombres que pronunciaban mal
antes que Theresa May invocara el Arítculo 50
en cuclillas en una húmeda terraza de Lisboa
la puerta de salida estaba repleta
de pilotos que ya no confiaban en el cielo
& mi abuela camina
rumbo a un bosque descalza
antes que tributos florales coronen
un luto Mancuniano
antes que Celotex expresara simpatía
por los setenta y dos que convirtió en lunas
& mi abuela camina
rumbo a un bosque descalza
antes que los océanos lentamente revirtieran a cajas
como carne azul en un rastro
antes que el Papa rezara disculpándose
por los refugiados a la deriva aplastando cucarachas
bajo los pies antes que Darren Osburne se sentara en un cuarto
lleno de su humor mirando Three Girls demasiado fuerte
deseo a dios
poder guardar mi deseo para mi hijo
pero antes de voltear necesito dejar
la basura donde la vean:
una montaña tiene nieve abandonada
manos heladas para entibiarme el corazón
& no importa cuantas veces trate de olvidar
aún oigo
el nombre de mi abuela proferido en el bosque
sus cuerpos al agua
motosierras estirando miel en la raíz
llamo
pero enero guarda mi voz para sí
arrumbándola donde sólo crece el yermo
elevando la memoria regándola en la nube
antes de lavar sus pies antes de cortar sus uñas
antes de verla voltearse para encarar a los que se han ido
José Anjos | Portugal
Traducción: Mijail Lamas
*
a usted que sabe
todo sobre el tiempo
y otras desgracias
de la contemporaneidad
no le entiendo
a mí
todavía me interpela
la simple ingeniería
de un día
Stephane Bataillon | Francia
Traducción: Audomaro Hidalgo
*
La casa sigue vacía. Me acerco al borde de la ventana. Despego las juntas desgastadas para abrir este lugar, vencer lo que lo mantiene. De todas maneras algo se pierde, me digo. Una historia de la que no sé nada, que no fue inscrita en ningún acuerdo de venta, en ningún plan del catastro, en ningún diagnóstico.
¿Qué canto, de qué linaje
remonta de los surcos?
Natalka Bilotserkivets | Ucrania
Traducción: Rubén Márquez Máximo
HOTEL CENTRAL
En una de las ciudades donde el tiempo es incierto
el destino caprichoso nos reconoce
ahí donde puedes escuchar jazz por la noche
y las campanas de los arcos góticos por la mañana
ahí donde los nenúfares florecen en los canales
y la gente toma café y más tarde toma cerveza
y las bicicletas de alegres colegialas vuelan
como rebaños por dulces caminos
sus mochilas brillantes y ligeras
sus piernas largas sus caderas delgadas
Dios mío una vez fuimos como ellas
hace diez veinte o treinta años
pero deja atrás tu momentánea lástima
hay un Hotel Central en cada ciudad
para aquellos como tú que no son nadie para nadie
ahí desempacas tus ordinarias cosas
te quitas los lentes
lavas tu cuerpo tomas un trago
y aprietas el botón de la TV de pago
hay todo lo que quieres y como lo querrías
cierras los ojos
entra la música de la noche
y toma las habitaciones del Hotel Central
a las tres de la madrugada Dios como en un cuadro del Bosco
vendrá a los salones celestiales
con insectos tocando clarines
con mosquitos bebiendo sumisa sangre
con ranas y caracoles
con peces también
y todo tu amor
es caviar en los depósitos del infierno
sólo la lucha de un débil y miserable esclavo
de un ser humano con el Espíritu golpeado
se esparce por los muros
él esculpe y dobla tu cuerpo
lo arroja a una tina de estiércol
lo saca y lo sacude con sus dos dedos
lo mira y lo escucha
como la primera mirada compasiva
como el primer roce de un “te amo” sombrío
como el estallido del sol en los pliegues de una cortina
en el Hotel Central te encuentras con el nuevo día
y cada día es como tu última oportunidad
y cada noche es el último momento
mientras los nenúfares florecen en los canales
y las bicicletas de ansiosas colegialas vuelan
Anthony Vahni Capildeo | Reino Unido
Traducción: Adalberto García López
IR A NINGUNA PARTE, LLEGAR A ALGUNA PARTE
¿Cómo fue que, hasta que me interrogaron, hasta que me desplazaron para obtener una respuesta, pensé en mí misma como alguien que tiene un país, o quizás alguien que ha dejado un país? La respuesta descansa periféricamente en la amenaza, en el interior; principalmente en lo deslenguado, en la palpitación de adentro. Era Trinidad. Es Trinidad. De la misma manera, hay algunos conferencistas que presumen no tener acento. Dirán: “¡Yo no tengo acento! ¡Tú tienes acento!” En esas voces sin acentos, los puntos de las brújulas comienzan a girar, los flagelos ocre y ultramar se identifican de forma distinta hacia ésta o la otra región. Es una versión móvil de ese lujo, esa solidez, esa no reflectividad que es asumir la patria. Son tan diferentes el expatriado al refugiado que lleva a su país en la espalda, o el migrante que lleva países en la espalda.
¿Cómo habría dicho hogar, antes de crear un hogar? ¿Antes de tener que aprender a recorrer su longitud, altitud, población, plataformas petroleras, torres de teléfonos móviles, banderas venerables, leyes de fuegos artificiales, el probable uso de armas de fuego, densidad y desaparición de los bosques, ibis escarlata, otras rayas escarlatas, en un lugar no visitado por oyentes, una transmisible, sustancial imagen de “Trinidad”?
El idioma es mi hogar. Está vivo aparte del habla. Está más allá de ser algo que cargue conmigo. Es ineluctable, abigarrado y musculoso. Un parpadeo y un obstáculo emanan de la idea de ello. El idioma es capaz de rodear la Tierra oceánica, como la serpiente del mundo en la leyenda nórdica. Es como si el idioma ejerciera una moldeada presión sobre los territorios que habitamos y en los que viajamos; golpeando, independientemente, tratando de separar nuestro conocimiento del mundo.
Sin embargo, el pensamiento no está limitado por el idioma. Por lo menos mi experiencia de pensar no pareciera tan limitada.
Un día perdí las palabras pared y piso. No parecía haber motivo para concebir una división. El zócalo se redujo repentinamente a una gentrificación nerviosa, un encubrimiento de algún tipo; nada en específico. La habitación era un contenedor enfocado hacia adentro. “Pared”, “piso”, incluso “techo”, “puerta”, “ventanas” comenzaron a fluir suavemente, como una camiseta de resaca roja sobre una caja torácica. La habitación creció un poco. La habitación se convirtió un segmento. Una línea anhelada hasta que se convirtió en una curva. Las imperfecciones de lo que se construyó o instaló: el marco de la ventana irregular o la teja pelada: sin poder para reclamar atención humana al “piso” o a la “pared” como tal. Los objetos estaban atados como astronautas y una franja tímida de atmósfera desordenada era el pasado inmediato que la humanidad mantenía en continuo flujo. La interioridad de la habitación estaba en continuo flujo. Pared, piso, se convirtieron nuevamente en palabras disponibles en una suerte de silencio.
Tuve la sensatez de callarme acerca de la percepción sin idioma. Procedimiento para vivir.
El idioma es mi casa, digo; ningún idioma en particular.
Tatev Chakhian | Armenia
Traducción: Indira Díaz
ARMENIA, PUEBLOS EN EL CAMINO
Sólo pásalos.
No hagas preguntas a las personas que están sentadas junto a las paredes,
no fijes la mirada en las arrugas femeninas,
no esperes el regreso de los hombres,
no te inclines sobre las cunas,
mantén tus ojos sin lágrimas,
no agites tu mano en un “adiós”,
no sonrías.
Sin tomar fotos,
sin escribir poemas sobre ellos,
regresa a tu autobús de turistas,
presiona tu frente contra la ventana fría,
engáñate con que no has visto nada,
con que nunca recordarás
y de hecho– ¡no recuerdes!
¡Nunca!
¡Nunca jamás recuerdes
Athena Farrokhzad | Suecia
Traducción: Alí Calderón
*
Hay una pérdida que sólo es soportable
si olvidas que los muertos tuvieron cuerpos
Saco las fotos y las miro
no puedo decidirme por la más precisa
Me parezco en algo a tus hermanos muertos pregunta
mi hija
Saco un sobrecito de kétchup y un búho de papel maché
Sólo después de su muerte comencé a llamarlos mis
hermanos le digo
aquí se piensa que primo significa extraño
Ellos fueron mi única familia si es que la familia es lo que
te liga al futuro
Los seguí hasta el inframundo y casi me quedo allí
Y después te tuve
Tiziano Fratus | Italia
Traducción: Alfredo Soto Guillén
BOSQUE AMBULANTE
Hay un bosque que vive dentro de mí,
un cantado silencio interminable,
arroyos que fluyen y animales que
corren: no sé quién soy, repite
la voz, no sé quién soy... pero
siento que existe este mundo del final
de la trama que habita un sitio sin fronteras,
aquí, en el pecho, en el corazón, en la mente,
puebla las horas del sueño y nutre las horas
del pensamiento, por eso cuando regreso
al bosque real me dan ganas de gritar,
amar como ama una madre quien no
distingue a un niño de otro niño:
soy un bosque que camina, soy
un bosque que echa raíces y desenraiza.
Ausra Kaziliunaite | Lituania
Traducción: Gustavo Osorio de Ita
MAQUILLAJE DE VACACIONES
vi ángeles con rifles automáticos en sus manos
mirando tristemente al piso en aeropuertos y estaciones
esperando
vi a niños de ocho años enviados por sus padres
corriendo hacia los activistas de los derechos humanos
gritando –devuélvanos el arcoíris–
riendo
vi hombres que pensaban eran hombres de verdad
y mujeres que pensaban eran mujeres de verdad
diciendo en vez de un nombre por saludo
–soy la mujer de tal o cual–
vi aldeas vacías, bosques caídos
represas sobre ríos y campanarios de pequeñas ciudades
en el espejo
Annemarie Ní Churréain | Irlanda
Traducción: Andrea Rivas
UN ALDEANO HABLA DE EITHNE
¿Cuántos hombres se necesitaron para arrastrar a la chica
hasta la torre de la isla?
¿Escupió? ¿Pateó? ¿Intentó morder
a través de sus cadenas de lana, arrancó trozos de pielpelosangre
con sus uñas?
¿Luchó?
¿O se la llevaron simplemente, como al ganado,
guiándola una vara color avellana hasta su madriguera?
Una hija de esta isla lleva la ira de los piratas en sus huesos.
Una hija de esta isla es capaz de vaciar tumbas con una maldición.
Aquí, en la tarde, todo lo que le siguió —
casamiento, infantes, pérdida—
un tejón abierto de par en par en The Poisoned Glen
con fealestram rojas derramándosele.
Está escrito aquí, entre las rocas de brezo y la cerca eléctrica:
Ella no fue el animal de su padre.
Ella no fue el premio de su marido.
Josep Pedrals | España
Traducción: Mario Bojórquez
ARTE DE TROVAR
Siempre puedo trovar, si es necesario,
Espigar los rastrojos con cedazo:
Mesurando el arranque antes que el paso
Y hacer, precisamente, lo contrario.
Atravesar lo sórdido y trivial
En el eco vacío del solitario
Túnel pleno de oscuro artificial
Que termina en postal de calendario.
Miro en aquellos el tajo abismal
Amante amor su salto extraordinario.
Uroš Prah | Eslovenia
Traducción: Raúl Durán
INMIGRANTE
Déjala cruzar la frontera cruzar la frontera
que no sólo llegue a través que no mire a través
déjala escalar a través déjala cortar
su piel en el alambre déjala rasgar
la tierra dura deja que tome
una piedra y la quite del suelo y la tire
deja que huya deja que respire que no
se ahogue deja que sacie la sed que
espere un poco más déjala nacer un poco
después déjala ser valiente
y que no renuncie deja que intente otra vez
deja que se atreva y se atreva y venga.
Charlotte Van Den Broeck | Bélgica
Traducción: Roberto Amézquita
LAVANDERÍA NETEZON
Mi madre llora cuando lava.
Es un momento perfecto para que las madres lloren
porque el tambor giratorio de una lavadora
hace generalmente mucho ruido.
Puedo escucharla sollozar aunque muy suavemente
casi podrías ser ruido el sonido ambiental.
Una lavadora lame las heridas del día
Puedes meter cualquier cosa ahí que no quepa de tu cabeza.
Sábanas del insomnio por ejemplo.
O el aroma a tabaco en el abrigo de tu abuelo con cáncer de garganta.
El ciclo pesado, sesenta grados, el ritual de limpieza.
Mucho tiempo pensé que era injusto tener una madre llorando.
Como tener que ir a la escuela con una mochila muy pesada.
Y al poner a su lado un pañuelo, pensé siempre que
ese pañuelo era para mi madre.
Me expliqué el fenómeno de “la madre que llora” a partir de la sospecha
de que no había agua suficiente,
Por eso se quedaba mirando la lavadora y pensaba
durante mucho tiempo en gatos muertos,
hasta que pudiera lavar la ropa
con sus lágrimas.
Crecí con círculos de sal en mi ropa.